ENTREVISTA EXCLUSIVA

Juan Taratuto: “En plataformas uno necesita un relato más cercano al cine que en la televisión”

Uno de los realizadores más populares del país, que supo abrirse camino entre comedias y drama, ahora desembarca en el universo series, recuperando la historia original de Pequeñas Victorias.

Juan Taratuto, de reconocida trayectoria cinematográfica (No sos vos, soy yo; Un novio para mi mujer; Papeles al viento; Me casé con un boludo), estuvo al frente de Pequeñas Victorias, que emitió Telefe y puede verse en Amazon Prime Video. Diario Hoy dialogó en exclusiva con él para saber más detalles del proyecto.

— En tiempos de acostumbrarse a que en las plataformas se vea lo mismo que en televisión, ¿pensabas que ibas a explorar nuevas narrativas en vez de trasponer fórmulas ya conocidas?

— Sí, me daban ganas de explorar. Uno necesita un relato más cercano al cine que en la televisión, es algo que exigen las plataformas. Si bien la historia venía de una cosa televisiva, haciendo un capítulo por día, o día y medio, en estudio y a tres cámaras, nosotros trabajamos con locaciones reales, con luz natural. Es otra imagen y otra búsqueda visual, más cercana a lo que uno está acostumbrado a ver en las series de afuera. A la vez es muy cruel lo que pasa con nuestras producciones, porque tenés a Pequeñas Victorias en una ventanita al lado de Nine perfect strangers. Se trata de un presupuesto de, no sé, 12 millones de dólares, contra el 1% de eso. Y los espectadores eligen, y no podés decirle al espectador esto. Entonces la apuesta es trabajar en una historia fuerte, con algún tipo de empatía, identificación con el espectador; pero es muy despareja la lucha en la plataforma. Un poco parecido con lo que pasaba en la pantalla de cine, donde vos estrenabas junto a seis o siete películas. Pero ahí era más acotado eso: el espectador entendía qué era lo que le daba una película nacional, y la variedad que había en una película de DC, europea o independiente americana. Estaba estratificado. Hoy en la plataforma hay una amalgama, ofreciendo una cantidad de productos que, en general, tienen una similitud; y donde gana el que mejor lanzado está, más estrellas tiene, temporadas anteriores, o más despierta el interés del público. Pero no deja de ser injusto para los directores o productores.

—¿Creés que en la televisión es más importante que se escuche tu voz?

— Si uno hila fino, que mi voz se escuche no tiene un valor per se. En algún momento, en el cine que uno estaba acostumbrado, sí había una porción de ese público que miraba quién era el director de una película; pero en las plataformas eso no pasa, casi te diría con ningún director. Solo algunos podrían tener ese espacio. Acá me llamó Oficina Burman, porque Daniel Burman es amigo mío y sabía qué tipo de producto podía hacer y que estaba capacitado para llevarlo adelante. Es más el currículum de uno. Pero las plataformas no venden eso, sino qué tan pegadizo puede ser el producto.

—¿Fue complicado ingresar en este universo con actores que ya habían transitado sus personajes?

— Inteligentemente hubo una temporada 1 con una función casi didáctica: con el tema de las cuatro mujeres, subrogación de vientre, madres que se unían al proyecto sin ser madres biológicas, una mujer trans que donaba esperma; todo esto que requería cierta complejidad de entendimiento para el espectador televisivo clásico. En la segunda temporada, pensada para las plataformas, era un valor aprendido, más allá de si habías visto la primera. Era encontrarse con los personajes años después, superando, por ejemplo, la vida de esa madre que subrogó el vientre, ya seis años después. La conflictividad de los personajes transcurría por otro lugar, por sus vidas. Logramos que la complejidad del personaje de Mariana Genesio Peña, por ejemplo, no tenga ningún conflicto con su identidad, sino que fuera parte de un relato con una historia de amor detrás que fuera universal. Claro que en los primeros días del proyecto hubo que ganarse el lugar, por Zoom, con los ensayos, todo complicado por la pandemia. Pero también sería mentiroso si no entendiera, creyera, admitiera, que para los actores tampoco era lo mismo hacer un capítulo por día que hacer diez o doce a la vez. Más allá de mi mano y lo que pueda decirles a ellos, esto propone otra posibilidad de desplegarse que la que plantea la tira. Acá teníamos la facilidad de poder dedicar más tiempo y, para algunos actores, que un director de cine entre a dirigir... veían una posibilidad de beneficio para el proyecto.

— En el 8° MAFICI, Festival de Cine de Puerto Madryn, se hizo una retrospectiva de tu obra. ¿Qué siente un realizador cuando llega este momento en la carrera?

— Te soy honesto: es la primera vez que se hace una retrospectiva de mi trabajo; no puedo ir, por pandemia. Me encantaría, porque en un punto está en juego la vanidad y el ego, y siempre es lindo entender que uno con una película movió los sentimientos de una persona. Y que esa persona lo recuerde, que organice un festival y le interese mostrar las películas, que además se volverán a ver y las verá más gente, es interesante. No soy de mirar para atrás y pensar en lo hecho, me da un poco de vergüenza todo, y tengo siempre la mirada puesta en pensar en lo que se viene.

Un realizador en movimiento que apuesta al futuro

Imparable, inquieto, el realizador Juan Taratuto tiene entre manos algunos proyectos, y, en exclusiva, los cuenta a Diario Hoy. También analiza el particular momento de la producción de contenidos audiovisuales, en donde las plataformas digitan todo lo que los realizadores, finalmente, pueden llevar a los espectadores.

—Recién estrenaste la serie, pero, ¿estás trabajando en algún nuevo proyecto?

—Estamos trabajando con algunas plataformas en el desarrollo de series. Son procesos largos, con muchas etapas. Ahora no hay nada firmado para hablar, y además hay cláusulas de confidencialidad. La sensación es esta, que hoy nuestro medio de expresión serán las plataformas, mientras lo permitan. Hace dos años o tres tenía una idea de hacer una película, juntaba productores, actores, pedía un crédito al instituto, ponía plata de la productora, la estrenabas un jueves, compitiendo con un grupo de películas y del promedio de espectadores, iban a ver tu película. Hoy eso no existe más. Los que eligen hoy son las plataformas, son cuatro o cinco tipos; y se genera un cuello de botella porque sólo se realiza aquello que tiene algún tipo de seguridad que va a ser deseado, consumido y que va a gustar. Y eso sesga bastante la posibilidad de hacer un cine amplio en cuanto a su cultura, mirada, orígenes. A mí me gustaban mucho los documentales de Pino Solanas; no sé si hoy una plataforma produciría eso, o una película mía, de Pablo Trapero, de Lucrecia Martel. No sé si alguien va con una idea y se puede hacer, está más acotado todo; y ves cosas que funcionan y decís qué raro, pero es lo que hay.

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