entrevista

Julieta Zylberberg: “Nunca juzgo a ningún personaje”

La talentosa intérprete se pone al frente de una obra que recorre el mundo y que expone la realidad de millones de mujeres víctimas de violencia de género.

Prima facie, de Suzie Miller, protagonizada por Julieta Zylberberg, dirigida por Andrea Garrote, llega mañana, y por ocho semanas, al Multiteatro (CABA), narrando la historia de una joven abogada que construye su exitosa carrera como defensora de acusados de delitos sexuales hasta que todo cambia. Hablamos con Zylberberg sobre el proyecto y mucho más.

—¿Qué sabías de la obra antes de que te llegue la propuesta? ¿Habías leído algo?

—Nada.

—Mejor todavía...

—Sí, no tenía idea, así que la leí y me gustó. Cuando pasa eso, igual, que uno lee con una cabeza virgen, me parece bien honesto y lo que pasa es que yo no tenía idea, me volvió loca la obra cuando la leí y después, cuando le dije a un amigo mío, me dice: “Me vuelvo loco, Prima facie”, y me dio más info y ahí pensé: “Ah, bueno, de pronto es refamosa la obra”, pero no sabía nada.

—Vas a tener la oportunidad de estrenarla por primera vez acá, en Argentina, con todo lo que se habla en esta obra y con todo lo que te exige a vos...

—Sí, está buenísimo, la verdad, es una de estas joyitas así para actuar que le permiten a uno jugar un montón, es bien generosa para la actriz la obra y era exigente también.

—Vos estás acostumbrada al unipersonal, pero acá hay mucho diálogo, con un trasfondo que imagino que debe ser fuerte también...

—Sí es refuerte la obra, la verdad que sí, pero tampoco es que estoy tan acostumbrada a los monólogos, o sea, hice La fiebre y me acuerdo del mismo estado de shock en el que estaba ahora, cuando le estrené, son muy exigentes, es pánico, pero a la vez es hermoso y bien divertido eso, sentir cierta adrenalina, porque la obra es superexigente, pero súper generosa entonces.

—Y, además es tu vuelta al teatro, dejaste de hacer una obra porque fuiste mamá de nuevo en el medio, con todo lo que implica por ahí para el afuera, no tanto para vos...

—Ay, sí, porque siempre se toman las vueltas como importantes, pero pasó menos de un año, No me gusta la hice embarazada y La fiebre también, y el año pasado sí, también hice otra obra estando embarazada, pero de muy poquito. De todas maneras, si es una vuelta, nunca me fui.

—Porque siempre estás, porque, además, por ahí no hubo teatro, pero hubo cine, siempre hay algo en el medio que por suerte está...

—Sí, hice La fiebre, Me gusta, hasta que estuve embarazada de seis meses más o menos, uno a veces un poquito se retira para parir y quedarte en el molde un poco y ya, pero bueno, aquí estamos con todo de nuevo.

—¿Qué te llevó a replantearte vos misma este personaje? ¿Cómo fue un poco la construcción a partir de lo que desarrolla la obra?

—Es bien fuerte la obra y habla de este vacío judicial que existe con los temas de violencia de género, de agresión sexual puntualmente, como lo incomprobable y las normas de la justicia, con las cuales se rigen, que no sirven para este tipo de crímenes que suceden, como dice la obra, una de cada tres mujeres los padecen, habla de eso y el personaje es muy rico, es una abogada defensora que le cambia la vida en un momento y algo le sucede que le cambia el punto de vista y le hace replantearse estos mecanismos judiciales que ella misma llevaba a la práctica con maestría. Algo de índole personal la sacude y la hace un poco redimirse, así que es bien interesante.

Por supuesto, la obra tiene su licencia poética en todo y eso la hace bien mágica y está bien, muy bien escrita, no te da respiro realmente y es bárbara, también como acto político, me parece bárbara la obra porque es la manera en la que tenemos de resistir desde nuestro lado y es bien oportuna, ya que en nuestro país, ahora, no tenemos cualquier tipo de apoyo para cuestiones de género, creo que es bien necesaria en este momento.

—El personaje es una abogada muy perfecta, en el sentido de una técnica que ya sabe que puede conseguir un resultado favorable, pero que, en realidad, también muestra un poco el resultado, o sea que ella es como un resultado también de ese propio mecanismo...

—Muestra como un resultado que da siempre bien y que siempre funciona, pero que, del otro lado, es justamente la ausencia de la justicia, un engranaje perfecto, legal, pero que deja injusticias.

—Y, además, ella es una mujer que atraviesa sus propios infiernos, lo que le pasa en la casa y demás...

—Sí, eso es interesante también, como que la obra no juzga para nada al personaje, se pone a la par de sus circunstancias, es un poco desalmada, pero más que nada, fría, como distanciada de una realidad para poder llevar a cabo su trabajo y, después, esa realidad se la pega en la cara y con tanta distancia se le vuelve carne.

—Hablabas un poco de que la obra no juzga al personaje, ¿es clave como actriz no juzgar al personaje y ­encarnarlo?

—Por supuesto, yo nunca juzgo a ningún personaje, porque, si no, no lo podés hacer; uno es un montón de cosas, cada persona es un montón de cosas y ese personaje también y hay que tomarlo, hay que tenerlo muy cerquita para moldearlo, más que juzgarlo, porque justamente ella no se puede mirar, no sirve como actor analizar el personaje, se pierde la esencia, por ahí, de la obra, de cómo se escribe un personaje en un dibujo superficial que después no sirve para nada, por eso está bien, creo, meterse, desde adentro y desde la cercanía.

—¿Cómo estás haciendo para organizarte con todo?

—Malabares, por suerte Agustín (Toscano, su pareja) trabaja un ­montón en casa, entonces me ayuda un montón.

Estamos los dos y eso es muy importante en este momento que Florián es muy chiquito, más Luis, más Nina, nuestros otros hijos, pero nos vamos arreglando y está también mi mamá, también me ayuda un poco.

—¿Expectativas con el estreno?

—La verdad es que es en un momento reimportante para mí, la obra es hermosísima, siempre tengo la mejor expectativa y espero que a la gente le pase lo que a mí me pasó cuando la leí y me movilizó un montón.

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