Las fuertes pérdidas de la movida tropical
En un repaso por los ciclos y figuras que marcaron un momento de la música argentina, diario Hoy recuerda a los reconocidos cantantes que se fueron de gira eterna.
Con esfuerzo y perseverancia, los artistas inherentes a la cumbia o movida tropical en la Argentina debieron resistir los avatares de una industria que puede ser muy amena pero también muy cruel. Es decir, el camino para ellos suele ser lento: la fama o la popularidad tarda en llegar y muchas veces es más que efímera.
En los años 90, las producciones estaban monopolizadas: había solo un show televisivo para dar lugar a los referentes. Además los espectáculos de todas las noches los obligaban a recorrer todas las provincias en escasas horas. En ese raid de presentaciones y trabajo ansiado, la cantante llamada Gilda murió camino a Entre Ríos junto a su mamá, su hija e integrantes de la formación musical que la acompañaba. Su expareja, Toti Giménez, resultó herido, así también como les sucedió a otros miembros de la banda.
Por su parte, el hijo de la mujer -que hoy se llama Chío y siguió los pasos de su madre, abocándose a la música- resultó ileso. Este siniestro vial ocurrió en 1996 y los fanáticos de la intérprete la han convertido en una ídola popular. Desde entonces, se editaron álbumes con su obra póstuma, salieron a la luz canciones que no habían sido publicadas y crearon un santuario ubicado al costado de la ruta donde sucedió el accidente.
Otro de los referentes que sufrió la misma suerte fue Rodrigo “El Potro” Bueno, que comenzó su carrera en Córdoba como cantante de cuarteto. El artista logró expandir este género musical a todas las clases sociales y se instaló con éxito en Buenos Aires. Allí comenzó una temporada repleta de éxitos, de lanzamientos y presentaciones. Durante esta vorágine pudo tocar una semana entera, en el estadio Luna Park con todas las taquillas vendidas.
En pareja con una joven llamada Alejandra Romero, con una excelente relación con su ex Patricia Pacheco y madre de su hijo Ramiro, el hombre se presentó en el programa de Jorge Guinzburg. Hizo las grabaciones, fue a comer a un restaurante conocido y se encontró con Fernando Olmedo, el hijo del humorista.
Entonces lo invitó a una presentación que daría en nuestra ciudad unas horas más tarde. La noche transcurrió sin sobresaltos y al final del concierto emprendieron la vuelta a Buenos Aires. Durante ese viaje ocurrió un accidente donde el vehículo en el que viajaban chocó contra otro en la autopista. Este siniestro se llevó la vida del cantante y del heredero del Negro Olmedo.
Asimismo, el catamarqueño Walter Olmos, que había surgido en la escena gracias al Potro, inició su camino solista y luego también viajó para dar un show. En el hotel comenzó a jugar con un arma junto a unos amigos y ocurrió un episodio confuso que le costó la vida.
El referente de la cumbia santafesina Leo Mattioli fue reconocido por sus canciones de amor, lealtad, sensualidad y erotismo. Formó parte de grupos y tuvo una fuerte impronta solista. De viaje por Necochea, el hombre fue hallado sin vida: había sufrido un infarto.
Por último, Marcelo González, más conocido como Chino, líder de La Nueva Luna, estuvo internado en una clínica de rehabilitación para tratar sus complicaciones con el consumo problemático. En un momento decidió irse a su casa por cuenta propia, pero se descompuso una mañana. Su pareja lo encontró y llamaron a la ambulancia. Los paramédicos intentaron reanimarlo camino al hospital pero desafortunadamente ya era demasiado tarde.