ENTREVISTA EXCLUSIVA

Macarena Achaga y César Bordón, los argentinos de Luis Miguel: la serie

Los actores son parte de la propuesta más exitosa del momento, en roles importantes que reflejan vínculos claves de la vida personal y la carrera del ídolo mexicano.

La actriz Macarena Achaga se suma a la nueva temporada de Luis Miguel: la serie, que todos los domingos estrena en Netflix nuevos episodios con la historia oculta del ídolo musical. La marplatense es una de las argentinas del programa, que también tiene a César Bordón interpretando a Hugo López, representante del artista. Con ambos diario Hoy dialogó en exclusiva.

—César, ¿cómo fue encarnar a Hugo y el trabajo que realiza?
—César Bordón: En definitiva hay dos maneras de ver que puede producir un artista; de cómo puede trabajar un artista durante todo una temporada y facturar, y de ver quién es el artista y qué le conviene facturar. Luis Miguel representa una oportunidad para cualquiera que se le quiera acercar y Luisito Rey lo ponía en la “máquina de hacer chorizos”.

—Vos sos un actor y necesitás de un representante, ¿cambió tu mirada sobre ellos al encarnar a Hugo?
—CB: Yo no lo sufro, sino que lo disfruto, considero que precisamente un mánager es una persona que puede comprenderte y potenciarte, ésa es su función. Naturalmente estos años he cobrado menos que Luis Miguel, entonces mis valores difieren de artistas a los que algunos mánagers se han acercado con un afán un poco más vil. Ser un buen o mal mánager tiene que ver con qué puede hacer en dinero, intentando poner al artista en la proyección de su arte, en lo mejor que puede hacer, perpetuando el dinero en los años. Supongo que toda persona que factura una cantidad de dinero elevada es una tentación para muchas “sanguijuelas” para vivir de sus migajas, pero hay que estar a la altura de él.

—Macarena, ¿cómo creés que te tratarán los fanáticos y las redes sociales al sumarte al programa?
—Macarena Achaga: Para mí fue muy importante, al margen de tratar de quedar bien con alguien, por una cuestión humana, era importante tratar los intereses como si fuera de mí de quien hablan. Así trabajé con el guión, los pedidos que hice para crear el personaje, hubo mucho respeto, no traté de copiar a Michelle, porque hubiera sido un error hacer una caricatura; de hecho el guión cambió mucho sobre la idea que tenía de ella. Esto se hizo con mucho amor y dedicación, es una versión de Michelle a través de los lentes de Macarena.

—Y en tu caso, César, ¿cómo fue encarnar a un personaje real?
—CB: Se ha trabajado mucho para que sea cercano al personaje real, sabiendo que la aproximación es por los vientos que el personaje ha podido dejar, si considero que es cálido o agresivo, lo compongo desde ahí. Ha pasado que los que lo conocieron ven una calidez similar, y que al contrario de mis peores fantasías, que me digan que no era parecido, no tuve datos fieles, pero lo compuse desde los colores e idea que una ficción cuenta una circunstancia (cuenta César Bordón, sobre Hugo López, mánager de Luis Miguel).

—Macarena, ¿fue difícil entrar a un proyecto ya establecido? ¿Tuviste miedo?
—MA: Hay algo de ser nuevo en el salón, donde todo está funcionando y no entiendes nada; ya me había pasado, es algo de una dificultad extrema, donde todo funciona como un engranaje. Tuve mucha presión personal, más allá de la externa. Siento presión en el momento que estoy en el set para que el personaje cumpla con lo que tiene que cumplir; mi preocupación iba por ese lado, por ver cómo tenía que representar el personaje. Los compañeros fueron maravillosos, y se generó un vínculo que se ve en la relación de la pantalla. Y después del parate, por la pandemia, y regresar al set, hubo mucha generosidad.

—¿Es más complejo armar un personaje con la poca información que hay de Michelle?
—MA: Hay un pro y un contra de interpretar un personaje que la gente reconoce; para mí fue muy divertido interpretarlo y agarrarme cosas del personaje, como así también sumar cosas que no necesariamente se conocían. Esto es una interpretación mía de un personaje que está escrito en un guión, con referencia a Michelle, a quien conozco, admiro y respeto. Es hacer de alguien que uno no es y que se separa de ti, y debés hacer un trabajo extra.

—¿Qué presión sentiste fuera del personaje?
—MA: Una de las dificultades más grandes es que siento que al final del día soy bicultural. Me crié en los dos lugares, hablo como mexicana, como argentina; me empato al hablar cuando alguien habla con esa tonada, y el de-safío más grande era que no se cuestionara mi nacionalidad. Es raro que te definan por el lugar en donde uno simplemente nació, somos de tantos lugares, tantas cosas son parte de tu crianza, que me parecía bien desafiante que no se cuestionara de dónde soy, porque mi naturaleza es así, una fusión y mezcla. El esfuerzo estuvo para que todo lo que hacía no fuera luego cuestionado, me obligué a que el acento y el vocabulario sean perfectos, siento que nunca estuve más cerca de mis amigas mexicanas para que se me pegue el acento.

—¿Te encontraste con Michelle?
—MA: No, la realidad es que me hubiera gustado, pero entiendo que por ahí no era prioridad o prefirió directamente no hacerlo. Cuando digo que creé mi propia versión de Michelle, no es que no me valí de ciertos aspectos de ella, porque hay algo de biográfico, pero igual acá es una etapa de Michelle que no se conoce, y la imagen que nos hacemos es a la que tenemos acceso en redes sociales y prensa; yo quería concentrarme en las sensaciones de una adolescente que se convierte en lo que es ella, cómo afectaron los hechos históricos su vida, por eso peleé por determinados detalles para que estén. Me lo tomé con ese grado de responsabilidad cuidando al máximo lo que podía a Michelle para dejar su nombre en alto. Hablé muy poco y no participó de la creación del personaje.

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