entrevista

Marcelo Subiotto: “El cine es la identidad, un acervo cultural, una mirada diferente sobre la realidad”

Con una larga trayectoria, el actor, a quien pronto veremos en El Eternauta, brilla en la comedia académica de María Alché y Benjamín Naishtat.

Puán ya está en los cines y tiene como protagonista a Marcelo Subiotto, galardonado recientemente en el Festival de San Sebastián como mejor actor. Hablamos con él sobre su participación en la propuesta y su trayectoria por la educación.

—¿Cómo fue crear el personaje?

—Fue un trabajo muy rico que tuvimos la oportunidad de dedicarle mucho tiempo, trabajo en ensayo, de observación, de cómo vamos a trabajar el perfil. En el caso de Marcelo Pena, el profesor de filosofía que me toca hacer, el perfil de este profesor académico de una universidad pública, de Puán, específicamente. Eso, por un lado, y por el otro, cómo iba a ser esta personalidad y cómo iba a moverse este hombre que en la academia parece ser muy conocedor de todo, de tener muchos saberes y en el cotidiano un ser un verdadero desastre, digamos. Entonces jugamos un poco con estos aspectos de este personaje.

-¿Conocías Puán? ¿Habías ido alguna vez por algún motivo? ¿Cómo fue meterse también un poco en ese universo?

-Yo tuve una experiencia de cursar en algún momento alguna materia en Puán, así que un poco conocía desde ahí. Claro que una cosa es conocerlo del lugar de alumno en muy poco tiempo, y otra cosa es estar del otro lado, que es un universo más complejo. Por eso te decía que hablamos con profesores, fuimos a ver clases de la cátedra de Filosofía Política, que es de los profesores que nosotros teníamos que hacer, y tratar de empaparnos de ese universo tan particular y tan rico que es Puán.

—Está la comedia, pero se reflexiona todo el tiempo sobre la educación…

—Es una cosa interna fuerte entre ellos que tiene que ver con una cosa que se quiere casi para la ciega y de poder de ver quién se queda con esa cátedra, pero en el momento en el que ese espacio se lo ve en peligro o amenazado, esos docentes obviamente van a trascender esas problemáticas más pequeñas y se ponen como escudo a defender ese espacio que tiene tanta importancia, que es un símbolo de la educación y que además a ellos le da su vida a cuero sentido. Un personaje, por ejemplo, de Marcelo Pena, en un momento lo dice. Dice, el único lugar donde hay algo es en Puán. Y es porque esos profesores se juegan mucho en esos lugares.

—Estás celebrando el estreno de la película, pero el cine, en este momento, está complicado, ¿cómo se vive eso?

—El cine es muchas cosas. Es una industria que da trabajo a muchísima gente. A veces las personas ven la peli, ven solamente los actores, pero detrás de dos actores hay 25, 30 o 100 personas. Pero, por otro lado, también es el lugar donde se va trabajando lo que es la identidad, un acervo cultural, una mirada diferente sobre la realidad y eso se genera en tu propia geografía, no te lo va a contar nadie de afuera. Es muy importante que no te lo cuente nadie de afuera.

—La película muestra la problemática que hay alrededor de la educación y hay un mensaje esperanzador. Más allá de que la historia argentina es cíclica y de que no vamos a revelar qué pasa hacia el final de la película y demás, ¿cómo fue jugar con el personaje que es un sujeto que está todo el tiempo corriendo y se detiene o se sienta arriba de un pañal, pero está todo el tiempo corriendo?

—Sí, bueno, es un docente que vive con su sueldo que le alcanza para llegar hasta el día 12 o 13 y que va a tener que tener otras actividades que se le sumen a ese salario. Con lo cual es un docente que da clases en Puán, donde es un catedrático, pero también da clases a una mujer que lo contrata para darle clases con mucho dinero. No vamos a preguntar qué camina haciendo eso, es increíble. También ir a clases a barrios sociales, también de filosofía... Siempre en la actividad de filosofía, mirada desde diferentes ángulos y en diferentes lugares, básicamente sociales, y además va a tener que estar con su familia y estar con su hijo y su cotidiano. Sí, su cotidiano es un hombre caminando rápido durante casi las 24 horas del día.

—¿Cómo eras como alumno? ¿Tenías un docente que escuchabas y esperabas las clases con ganas?

—Yo nunca fui un buen alumno, así que básicamente no he tenido un acercamiento. Pero sí, siempre tenés a alguien por ahí, no es un maestro, pero tenés a una persona que en algún momento de tu vida se organiza como un faro o alguien que te ayuda a organizar los conflictos y las contradicciones en ese momento particular de tu vida. Me ha pasado así en diferentes momentos de mi vida, pero no como este personaje que tiene un profesor, un amigo, casi en una imagen paternal y familiar en Caselli, que, bueno, es larga parte de su vida. Desde que entra a la universidad hasta que Caselli va a morir y se va a encontrar teniendo que afrontar un duelo, que no solo va a ser el duelo de eso, sino de todo aquello que él se olvidó de mirar.

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