Mi vida loca, el disco que significó el salto a la fama de Los Decadentes

Aquel disco de tapa amarilla significó un antes y un después en la banda. A casi tres décadas, Diario Hoy recuerda el trabajo que llevó a los Deca a conquistar Latinoamérica.

Pasan los años, pasan los jugadores, pero entre otras cosas lo que nunca va a pasar es la popularidad de algunas canciones de Los Auténticos Decadentes. Verdaderos himnos populares. Nadie puede poner en duda eso. Hacia 1995 la banda ya era muy conocida, para esa época, sus tres discos de estudio —El milagro argentino, 1989; Supersónico, 1991; y Fiesta monstruo, 1993— contaban con hitazos. Algunas de estas canciones hoy día envejecieron, pero que, de todos modos, son un infaltable en cualquier carnaval carioca que se digne de tal cosa. Algunas de ellas son, por ejemplo: Loco (tu forma de ser), la versión de Siga el baile, Vivo como un gitano. Hasta se habían dado el gusto de contar con las colaboraciones de Fidel Nadal, Gamexane, hasta el tanguero Alberto Castillo y el popular Pipo Pescador, entre otros.

Así las cosas, en 1995, promediando la última década y siguiendo en alza, Los Auténticos Decadentes editaron el disco amarillo: Mi vida loca. La tapa quedó inscripta también en la memoria colectiva: sobre un fondo color del sol se imitaba un tatuaje un poco “tumbero”, mientras que sobre un corazón se leía el título de la obra. El disco reúne catorce canciones. Si bien la pluma de Jorge Serrano siempre es la más afilada, el método de trabajo sigue siendo el mismo: se componía de manera colectiva. Eran varios los que echaban manos a la hora de componer o crear una canción. En aquel disco grabaron: Guillermo Ricardo “Capanga” Eijo, en trompeta; Martín Alejandro Pajarola, en batería, coros y voces; Pablo Exequiel Armesto, en bajo y algunas guitarras; Pablo Marcelo “Patito” Cabanchik, en saxo; Eduardo Alberto “Animal” Trípodi, Gastón “Francés” Bernardou y Martín Damián “La Mosca” Lorenzo, en percusiones y coros; Daniel Eduardo “Ternura” Zimbello, en trombón; Gustavo Daniel “Cucho” Parisi, en voz principal; Jorge Aníbal Serrano, en guitarra, teclados, voces y coros; Diego Hernán “Musly” Demarco y Gustavo Eduardo “Nito” Montecchia, en guitarra y coros. Sí, los Deca siempre fueron un montón en la banda.

El track list de aquel disco contiene algunas de las canciones más populares de la banda. No solo de la banda, sino de la música argentina de la última década del siglo XX. A saber: El Murguero, El pájaro vio el cielo y se voló, Diosa, Corazón y La Guitarra. De hecho, La Guitarra es la canción que abre el disco. Cómo olvidar aquella letra que empieza de la siguiente manera: “Tuve un problema de difícil solución, en una época difícil de mi vida, estaba entre la espada y la pared, y aguantando la opinión de mi familia”. Cómo olvidar aquel videoclip que tenía a Guillermo Nimo como personaje -y como ocasional cantor invitado.

Obvio que en casi todas las canciones de aquel disco que terminaron convirtiéndose en hitazos está la popular pluma sofisticada de Jorge Serrano. Esa sensibilidad particular hacía destacar su letrística y siempre fue una marca en cada uno de los discos de la banda. Él mismo, en una recordada entrevista en Página/12 supo decir lo que significaba tocar en vivo para los Deca: “Somos un grupo de tradición rockera que hace álbumes, que hace obra. Y nuestra obra siempre estuvo planteada en dirección a una cuestión celebratoria, como si se tratara de un DJ: no se puede caer el show. A mí me da una sensación muy fea cuando veo grupos con poquita experiencia que tardan mucho entre temas. Un DJ no te deja un minuto en silencio”. El disco terminaría significando para la agrupación una suerte de conquista del continente latinoamericano.

A partir de allí, los caminos, las audiencias y las posibilidades de recitales se expandió más allá de las fronteras. Y eso lo lograron a fuerza de diversión, buenas canciones, sentido del humor y sensibilidad para captar cierta alegría popular. En aquella misma entrevista, Serrano dejó una fina definición sobre la banda: “Veo a Los Decadentes como una experiencia socialista real, cooperativa, tremendamente exitosa. Como tal, no es perfecta: no es mi grupo perfecto ni el de nadie, pero se cede pensando en el grupo”. La revista Rolling Stone definió a Mi vida loca como “el álbum blando de la movida tropical”. El camino luego se fue ampliando y ensanchando cada vez más para la banda, pero podría decirse que todo empezó allí.

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