Entrevista Exclusiva

Mónica Raiola: “No juzgo a mis personajes”

La actriz brilla en El recurso de Amparo y Reinas abolladas, demostrando una vez más su capacidad para entregarse en cuerpo y alma a personajes fuertes que interpelan y generan reflexión en el espectador.

Mónica Raiola brilla en dos obras que actualmente pueden verse en la cartelera porteña, El recurso de Amparo, de Laura Oliva, dirigida por Javier Daulte, y Reinas abolladas, de Victoria Varas, dirigida por Azul Lombardía. Diario Hoy dialogó con ella para conocer más de sus personajes.

—¿Cómo se vive la vuelta al teatro?

—Fue raro, con Reinas abolladas, en la primera cuarentena, cortamos, regresamos, se volvió a cerrar. Ahora encontramos otro espacio para hacerla, y es una fiesta. Por suerte nunca paré de trabajar y me adapté bastante a los formatos que me proponían. Si hay algo bueno de la pandemia, fue la posibilidad de probar cosas que uno de otra manera no haría. Y estoy en otra obra, dirigida por Javier Daulte, El recurso de Amparo, doblemente feliz.

—En ambas piezas encarnás a una madre, ¿cómo hacés para componerlas en lugares tan diferentes?

—Yo no juzgo a mis personajes, no pienso cómo deben ser, me pongo en su lógica de pensamiento. Y, en los dos casos, las dos creen que están haciendo lo mejor para sus hijas, que creo que es lo que imaginan el común de los padres. Y, de ambas, en las obras, se ven sus aspectos más monstruosos; pero detrás de eso está el amor, el yo te salvo, yo te doy lo mejor; y si bien en Reinas Abolladas el dibujo es más grotesco, ella quiere lo mejor que podría pasar en ese lugar. En El Recurso de Amparo, es cómo las educa y cree que las hijas deben ser solidarias con ellas; porque si no se solidarizan y no saben qué es lo que está bien y qué está mal, serán seres del mal.

—Y además siempre habrá reclamos…

—Y... uno siempre veía a la madre del otro como mejor que la de uno.

—Saliendo de las obras, ¿cuándo supiste que querías ser actriz?

—Yo empecé a hacer escultura, pero siempre supe que quería ser actriz, porque era a lo que jugaba cuando era chica. Pero pasaba que iba al teatro y no me gustaba, sinceramente. Entonces empecé a hacer plástica, algo incentivado en mi casa. En un momento había una convocatoria para un programa de Andrea del Boca y le decía a mi mamá que me llevara, y ella me decía: “Los chicos juegan, no trabajan”. No le gustaba el teatro o que yo fuera actriz; pero la plástica sí, me compraba todo para que lo haga. Hice Bellas Artes y en un momento vino Kantor a Argentina, que cruzaba todo; y justo salió un aviso para un taller de “teatro malo”. Como a mí no me gustaba, dije, tal vez me guste el teatro malo, y me anoté y nunca más me bajé del escenario.

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