entrevista

Rodrigo de la Serna: “Que vivamos un Estado de derecho nos costó mucho trabajo como sociedad”

El querido actor se metió de lleno en un papel que le exigió un cambio físico y que muchos consideran el mejor de su carrera.

Rodrigo de la Serna vuelve al cine nacional con la esperada película El rapto, ­thriller político de ficción dirigido por Daniela Goggi que nos hace viajar en el tiempo para, principalmente, seguir reflexionando sobre la dictadura cívico-militar y las consecuencias que permanecieron, y permanecen, por años. La película, que está inspirada en historias reales ocurridas en la década de 1980 y en el libro El salto de papá, de Martín Sivak, cuenta con la producción de Paramount Television International Studios, Rei Cine e Infinity Hill. Hablamos con De la Serna en exclusiva sobre su participación en la propuesta.

El filme cuenta con un elenco encabezado por Rodrigo, junto a Julieta Zylberberg, Lautaro Pérez Hillal, Lola Loyacono, Andrea Garrote, Germán Palacios y Jorge Marrale. Tuvo su estreno global en el Festival Internacional de Cine de Venecia, en donde ­compitió dentro de la categoría “Orizzonti Extra” (Horizontes Extra) y fue aclamado y ovacionado por el público en la sala en su primera presentación. Además de Venecia, tuvo participación en los festivales de Toronto, Monterrey, Zurich y Biarritz. Estrena el 3 de noviembre exclusivamente en el servicio de streaming Paramount+ en América Latina y el resto de los mercados internacionales fuera de Estados Unidos, donde está disponible la plataforma. Adicionalmente, la película puede verse desde el jueves en cines selectos de la Argentina. 

—¿Sensaciones de mostrar finalmente la película en el país?

—Es una emoción muy grande estar en casa finalmente con una película que amamos, que estamos convencidos de que es maravillosa, que es un objeto cinematográfico puro, ­hermoso, elegante, sobrio. Estamos muy orgullosos, y de poder comunicarlo sobre todo a los amigos y a los familiares que van a estar ahí hoy para compartir. Eso, estar con la gente querida y más cercana es fuerte.

—Contame un poco de la construcción del personaje: ¿cuál fue el ­principal desafío más allá de lo físico? La transformación que hiciste y esto de sumar barba postiza, panza postiza...

—La barba es mía, la panza es mía...

—Era...

—Sí, engordé ocho kilos para este rol. Y ese abandono, ese abandono de este hombre, bueno, lo tuve que asumir también un poco en mi vida, me tuve que abandonar un poco a mí mismo, ese descuido personal; pero más que nada lo que costó fue atrapar ese espíritu de época y condensar ese dolor. Ese dolor reprimido, esa paranoia y ese dolor en un hombre que cargó demasiado sobre sus hombros. Esto te remite directamente a la historia de nuestro país, y tiene que ser muy respetuoso, no solo con lo artístico y lo profesional, sino también con lo histórico. Así que nada, un personaje muy complejo y yo agradezco porque son esas cosas que uno espera, que te llegue un tratamiento puramente cinematográfico y un personaje que te desafíe. No siempre sucede, sucede muy de vez en cuando, y creo que supimos aprovechar bien la oportunidad porque el resultado creo que es inmejorable. Trabajamos la forma de hablar, fijate que en los 80 los hombres hablaban de otra manera, eran de hacer una reflexión y se obligaban a ser profundos e ­intelectuales.

—¿Cómo fue el trabajo de sumar determinados gestos? Esto de la recurrencia con la gaseosa, digo, hay algo en los detalles del ­personaje...

—Está claro que el personaje es una persona que no puede con el mundo y se traga todo, esta cosa de reprimir la emoción tan característica de la generación de nuestros padres. No lloran los hombres, todos los mandatos que tienen que asumir, y para adelante todo eso está en esa carga, y eso lo hablamos con Daniela. Hablamos todo, en primer lugar lo que hice fue conocerla a través de lo literario del guion, que recibí y me encantó, me atrapó, me cautivó, y cuando vi que lo firmaba la directora pensé “esta mujer es inteligente y sensible, evidentemente”. Empecé ya muy bien predispuesto, porque ya el material me había cautivado. Y después su enfoque cinematográfico y lo que ella quería contar: un mundo frágil, que si bien no te enterabas de niño, pero percibías lo que sucedía; abrir esa memoria a ese mundo de infancia, pero representado como si fuésemos nuestros padres, mueve.

—¿Y cómo fue esto de volver al pasado y justamente volver a reafirmar esta idea de “nunca más”? ¿También te convoca un proyecto si tiene estas características?

—Es algo muy interesante recrear ese período histórico tan doloroso y tan trascendente, intentar resignificarlo, no sé, como desde una manera discursiva, pero sí, obligarnos a mirar un poquito esos años, a ver qué conclusiones se vienen sacando para nosotros los que vivimos esos años, y más nos va a impactar mucho también la mirada de personas de 20 años o menos. Y que esto es algo que pasó ayer y se dan muy por sentadas las repercusiones, que vivamos un Estado de derecho nos costó mucho trabajo como sociedad, costaba muchas vidas, y que puedan ver hoy esto, que no estuvo tan lejos, el Estado de violencia, para que no se vuelva a repetir. Bueno, si podemos colaborar con nuestra reflexión, no está mal tampoco.

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