cultura
Almafuerte, una voz que sigue resonando en La Plata
Poeta y maestro de una fuerza volcánica, su vida inspiró películas, biografías y a otros grandes escritores, como Jorge Luis Borges.
Pedro Bonifacio Palacios –más conocido por su seudónimo, Almafuerte–, junto con Florentino Ameghino, Juan Vucetich, Alejandro Korn y Carlos Spegazzini, es considerado uno de los “cinco sabios” platenses. Maestro singular, torrencial e irreverente. Siempre díscolo frente al poder, lo que le trajo numerosos inconvenientes con distintos gobiernos.
Almafuerte despreciaba a los literatos y se proponía salvar a la palabra de la “decadencia” modernista. A temprana edad, comprendió que “padres sin alma, son aquellos que niegan a sus hijos consejo, amor, ejemplo y esperanza”. Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), a quien conoció personalmente, ejerció como director de escuela. En 1887 eligió aislarse en La Plata, en calle 66 n° 530, entre 5 y 6. Con solo 16 años, dirigió una escuela en Chacabuco y dio clases en Salto y en Mercedes. Fue cuando fue apartado del magisterio por carecer de titulación oficial, se sumió en la depresión y sufrió una pésima situación económica.
Se lo reconoce más en su faceta de poeta, pero fue filoso periodista en diferentes medios y, principalmente, en el diario El Pueblo. Asimismo, fue uno de los socios fundadores del Círculo de la Provincia de Buenos Aires el
1° de junio de 1908 y una de las figuras más renombradas por su talento literario. También trabajó en la Legislatura bonaerense, la Dirección General de Estadísticas y en el Correo. Todos sus cargos públicos fueron fugaces, no era un hombre fácil de arrear.
La casa que habitó hasta su muerte fue posteriormente escenario de sentidos homenajes populares. En aquel museo es posible encontrar desde manuscritos originales hasta fotografías y dibujos exhibidos. Sus libros, muebles, periódicos, también están a disposición del visitante, junto con otros objetos que formaron parte de la vida del poeta, como bastones, anteojos y discos de Carlos Gardel.
Una de las célebres anécdotas del poeta nacido en San Justo, el 13 de mayo de 1854, aconteció durante el gobierno de Marcelino Ugarte. Cuando el doctor Rodolfo Montenegro ocupaba el ministerio político de Ugarte, recibía frecuentes cartas de su íntimo amigo, Almafuerte, donde el poeta intercedía a favor de alguno de sus recomendados, que formaban legión. Moreno accedía a sus pedidos, que se fundaban siempre en razones de humanidad. Sin embargo, una vez dejó de lado una demanda de Don Pedro y olvidó a otro de sus recomendados. El “recomendado” en cuestión fue con la queja a Don Pedro. Y este tomó la pluma y le envió inmediatamente una carta al ministro: “Doctor: cuando yo muera, detrás de mi cortejo irá mucha gente que dirá haber sido mi amiga. Usted también estará en el cortejo y también dirá que fue mi amigo. Pero allí estará mi recomendado para desmentirlo”.
Poemas como Più avanti simbolizan una declaración de principios ante las adversidades. Su tono profético, el excesivo realismo y la agresividad impetuosa que le valieron prestigio popular fueron también muy criticados: se le acusó de dejarse llevar por meras expresiones retóricas y se le reprochó su incapacidad para discernir entre lo noble y lo prosaico y su carencia de delicadeza artística. Lo cierto es que exaltaba a las clases humildes, a las que llamaba “la chusma de mis amores”, oprimidas y despreciadas por los poderosos, pero a las que consideraba una raza futura de superhombres. Según Jorge Luis Borges, Almafuerte muestra en su poesía las rendijas del suburbio por donde se cuelan la desesperación, el desquicio humano, la oscuridad, el sufrimiento.
Alguna vez escribió: “Con los amigos que el oro me produjo, las horas con afán pasaba yo, y de mi bolsa el poderoso influjo, todos gozaban de esplendente lujo. Pero mi madre... no”. El poeta utilizó todos sus ingresos en fundar escuelas, en ayudar a los chicos modestos. Y brindarse a manos llenas es quedar con las manos vacías, aunque con el corazón lleno. Un grupo de exalumnos recaudó dinero para adquirirle una casa en La Plata, donde falleció el 27 de febrero de 1917. Tenía 63 años.