Cada vez más cerca de la beatificación de monseñor Pironio
El Vaticano dio el visto bueno a un presunto milagro del exarzobispo de Mar del Plata: la curación de un bebé de 15 meses que ingirió purpurina.
El camino hacia la beatificación de Eduardo Pironio, exobispo de Mar del Plata en la década del 70, tuvo un paso crucial este jueves, cuando la junta médica del Vaticano dio el visto bueno a un milagro atribuido a su figura: la curación de un bebé de 15 meses.
El pronunciamiento de los peritos médicos, que dieron un parecer positivo sobre la “inexplicabilidad científica” de la curación de Juan Manuel Franco, fue confirmado a la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) por monseñor Santiago Olivera, delegado episcopal para las Causas de los Santos. “Pasar la Junta Médica es muy importante e ilusiona para los pasos que vienen”, explica Olivera. “Ahora, seguramente después del verano europeo, pasará primero a la Comisión de Teólogos y, posteriormente, a la ordinaria de cardenales. Si todo va bien, Dios quiera, el año que viene el cardenal podría ser beatificado. Todos los pasos son importantes, y el más importante es la firma del Papa reconociendo el milagro”.
La historia que analizan los expertos vaticanos comenzó en 2006. El viernes 1º de diciembre, Juan Manuel Franco, por entonces un bebé, tragó y aspiró purpurina. La situación comenzó a empeorar a los pocos minutos: Juan Manuel no podía respirar. El médico Marcelo Sigismondi les dijo a sus padres que no había antecedentes de supervivencia ante este tipo de intoxicación. El niño fue trasladado de la Clínica 25 de Mayo al Hospital Materno Infantil. “Si saben rezar, recen”, les dijo el pediatra. Juan Manuel fue ingresado a terapia intensiva y luego le indujeron el coma con asistencia respiratoria.
Al día siguiente del episodio, los padres participaron de la Marcha de la Esperanza, que fue creada por Pironio y tiene entre sus paradas la parroquia del Hospital Materno Infantil. Allí se encontraron al padre Silvano de Sarro, sacerdote de la parroquia San Antonio de Padua, que les entregó una estampa del exobispo de la ciudad entre 1972 y 1975. Acto seguido, leyeron la oración en la que le pidieron a Pironio que su hijo pudiera sanar. A las pocas horas de haber recitado la oración, el panorama comenzó a mejorar. El estudio en La Plata arrojó que el niño no tenía elementos tóxicos en sangre.