CULTURA

Chuchú Martínez: entre la historia y la leyenda

Doctor en Matemáticas de La Sorbona y jefe de la custodia del presidente panameño Omar Torrijos. Personalidades muy disímiles convivieron en este hombre a quien Graham Greene dedicó un libro.

Aunque hallaba cierta compensación en su soledad, José de Jesús Martínez (Chuchú, como todos los conocían) se sorprendió al descubrir que gran parte de los episodios más significativos de su vida no los podría haber concebido ni siquiera el escritor más osado. Había nacido en Managua, Nicaragua, el 8 de junio de 1929, pero se terminó convirtiendo en el más panameño de los panameños.Tenía ojos escrutadores y vigilantes que habían adquirido su expresión probablemente cuando formó parte de la Guardia Nacional de Omar Torrijos –de quien era brazo derecho- o cuando dedicaba la mayor parte de sus días ejerciendo dos de sus grandes pasiones: el karate y la aviación.

“Le hubiera gustado bailar con la muerte para seducirla, atraparla y perderle el miedo”, dijo alguna vez Stella Calloni sobre él. Con desasosiego permanente, Chuchú Martínez buscaba algo inasible que nunca pudo definir; aunque, a veces, filosóficamente lograba manejarlo, encubrirlo. Fue, sobre todas las cosas, un transgresor, un hombre capaz de destruir esquemas, y ese era finalmente su poder real y su libertad. Desdoblado siempre, doctor en filosofía, matemático, dramaturgo, ensayista, poeta, profesor, piloto y luego, por sus juegos de vida, militar. Marcó una época no sólo en su país, sino en Centroamérica.

Omar Torrijos estaba fascinado con este sargento del ejército panameño que había egresado de La Sorbona como doctor en matemáticas, tenía varios posgrados en filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, había ganado el Premio Nacional de Teatro en España por su obra La perrera, y tenía una docena de hijos dispersos por el mundo. El presidente panameño -el hombre más fuerte del país centroamericano desde 1969 hasta su muerte en 1981, en un sospechoso accidente aéreo- lo adoptó como hombre de confianza y lo puso a cargo de su seguridad. Su rostro “nica” delataba un pasado indígena que lo enorgullecía y lo hacía enfrentar un racismo que había llegado con la conquista pero que continúa hasta nuestros días. Hacía el milagro de convertirse él mismo en un caleidoscopio donde uno podía mirar, disgregarse y juntarse a su antojo en las historias más fantásticas.

Anduvo por todo el mundo –fundamentalmente estudiando-, viviendo distintas vidas a un mismo tiempo: fue vagabundo, camarada, poeta, bohemio, filósofo y amante desmedido. Algunos amigos suyos aún lo recuerdan con su noble barba hemingwayniana y el cuerpo roto por tanta causa perdida, tantos romances inacabados y tantas ambiciones frustradas. Además, Martínez recibiría numerosos premios literarios como poeta y dramaturgo. Todas sus obras de teatro fueron publicadas por la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA). En 1987 obtuvo el premio de la Casa de las Américas –en Cuba- por su ensayo Mi general Torrijos, donde recorre el itinerario de su vida junto al presidente panameño.

“Chuchú está muy lejos de ser una anécdota jocosa”, dijo Graham Greene un día. En 1976, el escritor inglés había aterrizado en Panamá con el propósito de conocer a Torrijos. El resultado fue un libro que alcanzó gran celebridad, Descubriendo al General, que nació con la idea de ser una biografía de Omar Torrijos, pero que terminó siendo el recuento de las muchas aventuras panameñas que el escritor inglés vivió junto a Chuchú Martínez.Ambos jugaban a discutir a Dios en largas noches de conversaciones, whisky y fábulas. Greene admitía que estaba viviendo novelas no escribiéndolas, participando de revoluciones – no sólo contándolas-, y que la realidad vivida en Panamá había superado sus fantasías de creación. A propósito de ese encuentro inolvidable, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez creyó ver en Chuchú a “un personaje cabal de Graham Greene... en un libro testimonial sobre el general Torrijos, pero antes que nada una novela sobre la vida y las andanzas de Chuchú Martínez, el mejor personaje de Greene, y Greene, el mejor personaje de Chuchú Martínez, tal para cual, el uno para el otro”.

Imperfectamente humano

Chuchú Martínez murió en Panamá el 27 de enero de 1991. Ni en las solapas de sus 37 libros publicados se puede encontrar una síntesis tan precisa sobre este curioso personaje de la historia latinoamericana como la que escribiera Stella Calloni: “Imperfectamente humano, amigo sin dobleces, niño cruel, hombre amantísimo que odiaba la rutina, como odiaba los pies atrapados en la tierra, no sobre la tierra. Amante eterno, sin amor. Padre de hijos propios y ajenos. Un escritor que se avergonzaba de su cultura y de su erudición, que hablaba como un soldado raso y salía a caminar con un amigo bajo una noche estrellada.”

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