Claves para el uso del protector solar

Con la temporada de verano a punto de comenzar, hay que tener en cuenta una serie de consejos para cuidar la piel y prevenir daños a corto o largo plazo.

UVB, FPS, UVA, SPF... Llegan los primeros días de calor intenso y una serie de siglas aparecen en el horizonte del verano. Si bien las recomendaciones sanitarias proponen cuidarse de los rayos solares durante todo el año, el comienzo de la temporada estival expone a la población no solo de una manera más intensa, sino también durante una mayor cantidad de tiempo. En ese contexto, resulta fundamental el cuidado de la piel para evitar daños, quemaduras y afecciones a corto o largo plazo. Uno de los principales aliados es, desde luego, el protector solar.

Solo el 5% de la radiación solar que llega a la tierra es UV, pero se trata de un influjo muy poderoso, del cual existen diferentes tipos. Mientras la radiación UVC es bloqueada por la capa de ozono, son las radiaciones UVA y UVB las que llegan a la tierra. Los rayos UVA penetran la piel y son los culpables de las manchas oscuras, las líneas de expresión, la piel con tono desparejo y las arrugas (como ayudamemoria, en inglés suele otorgarse la “A” de la sigla a la palabra aging, “envejecer”). Los rayos UVB, por su parte, son más conocidos por causar quemaduras. La “B” de la sigla, en ese caso, se ajustar al verbo to burn, es decir, “quemar”.

En ese sentido, uno de los hábitos que se deben incorporar definitivamente a la rutina es el uso de un protector solar de amplio espectro, o sea, para ambos tipos de rayos ultravioleta, UVA y UVB. En nuestro país, todos los protectores solares son de amplio espectro. En el exterior no siempre es así, por lo cual conviene chequear las etiquetas de cada producto. Las cremas hidratantes o incluso el maquillaje con protector solar no cumplen la misma función.

Conocido por su sigla FPS, el factor de protección solar es la medida de capacidad que tiene un protector para evitar que los rayos UVB dañen la piel. Según la Skin Cancer Fundation, si una piel sin protección tarda 20 minutos para empezar a enrojecerse, utilizar un protector solar con un FPS 15 previene el enrojecimiento teóricamente 15 veces más. De todos modos, vale aclarar, ningún protector, independientemente de su capacidad, continúa siendo eficaz sin reaplicarse cada dos horas.

Otros consejos importantes: aplicarlo 30 minutos antes de exponerse al sol y no olvidar lugares sensibles: partes calvas de la cabeza, orejas, cuello, nariz, empeines de los pies y manos; utilizarlo incluso los días nublados y, aun en los casos de protectores resistentes al agua, reaplicarlos después de cada baño, del secado con toalla o incluso tras una sesión de ejercicio o de sudor profuso. Según la Asociación Argentina de
Dermatología, conviene que todos y cada uno de los protectores solares tengan un FPS mayor a 30.

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