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Cuando el científico más famoso del mundo visitó nuestra ciudad

Albert Einstein, el científico más importante de la historia, viajó a nuestro país en 1925 invitado por la Sociedad Hebraica Argentina. Allí visitó La Plata, de la que quedó maravillado por su estilo arquitectónico.

Albert Einstein, el científico que se hizo conocido alrededor del mundo por su teoría de la relatividad, estuvo siete horas en la ciudad de las diagonales, el día 2 de abril de 1925. Arribó desde Buenos Aires a bordo del tren que tomó en la estación Constitución, y casi toda su estadía estuvo fijada en la zona del Bosque y de avenida 1.

En su paso por la ciudad, lo esperaban cientos de personas y fotógrafos. Con sus ideas y su imagen llamativa, Einstein era una celebridad. Tenía 46 años, ya había ganado el Premio Nobel de Física y su popularidad crecía como estrella de la ciencia mundial.

En La Plata, se trasladó en un Ford T Runabout, pero también afirman que eligió caminar en tranquila soledad desde el Museo de Ciencias Naturales de la UNLP, en pleno corazón del Bosque platense, hasta la puerta del Colegio Nacional. Cuentan también que conoció el Observatorio astronómico.

En el Museo recibió las explicaciones técnicas por parte de los docentes encargados de cada una de las salas, y desde la Universidad Nacional de La Plata afirmaron que quedó maravillado con las colecciones que allí se exhibían. En el Colegio Nacional lo esperaba un público nutrido para participar de la apertura de los cursos ­universitarios y para dar inicio al acto en memoria del fundador de la casa de estudios, Joaquín V. ­González.

Einstein había sido invitado por la Sociedad Hebraica Argentina. Estuvo en La Plata y algunos días en la localidad de Llavallol, entre otras. En sus diarios de viaje ­(anotaciones de las principales impresiones que hoy atesora la Universidad Hebrea de Jerusalén), describió la capital bonaerense como una ciudad “bonita, ­tranquila, estilo italiano, con ­magníficos edificios universitarios que están amueblados en estilo ­norteamericano”.

El científico también era músico, violinista. Su segunda esposa, Elsa Löwenthal, aseguraba que “la música lo ayudaba cuando pensaba en sus teorías”. Por ello, las autoridades de la universidad platense, que sabían de su devoción y de su talento, lo invitaron a tocar un solo de violín, un fragmento del Zapateado del célebre violinista pamplonés Pablo de Sarasate, interpretado con tal excelencia técnica que impresionó a los músicos locales y le valió varios minutos de efusivos aplausos.

El motivo de su viaje a la Argentina

El investigador del Conicet Miguel Alejandro Dujovne, en su artículo “El hombre más genial de nuestro tiempo nos visita: Einstein y la comunidad judía argentina”, afirmó que “pocas visitas culturales, y ciertamente ninguna otra científica, concitaron la atención y despertaron la imaginación de la opinión pública argentina como la que realizó Albert Einstein a inicios de 1925”.

La visita se justificaba en que la Buenos Aires de inicios del siglo XX, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, se había convertido en el epicentro cultural y científico de Sudamérica. Einstein pasó varias semanas, brindó 12 conferencias, se reunió con organizaciones judías, y fue recibido por los más altos funcionarios locales.

Dujovne explicó que la invitación fue realizada por una porción de la comunidad judía local, y también financiada y organizada por autoridades universitarias. En esa iniciativa tuvo un rol importante el escritor Leopoldo Lugones, admirador de las teorías de Einstein, a quien ya había conocido porque ambos formaban parte de la Liga de las Naciones.

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