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Una mandíbula fósil revela la presencia más temprana de humanos en Europa

Se pensaba que la quijada pertenecía a un neandertal, pero un estudio concluye que perteneció a un Homo sapiens o a un híbrido entre esa especie y otra humana desconocida.

Una nueva investigación concluyó que una mandíbula fósil, descubierta en Cataluña y que data de hace aproximadamente 45.000 a 65.000 años, perteneció a un Homo sapiens o a un híbrido entre esa especie humana y otra desconocida. Anteriormente se pensaba que la antigua quijada pertenecía a un neandertal. El descubrimiento fue publicado en la revista Journal of Human Evolution.

En este sentido, el equipo de investigadores fue liderado por científicos de la Universidad de Binghamton y la Universidad Estatal de Nueva York.

La mandíbula, descubierta en el año 1887 en la ciudad de Banyoles, fue estudiada durante todo el siglo XX, determinándose que provenía de un neandertal. Asimismo, la misma carece de una barbilla, una de las características de diagnóstico más importantes en el Homo sapiens.

En tanto, los resultados del nuevo estudio concluyeron dos posibilidades: una es que la mandíbula podría haber pertenecido a un integrante de una población previamente desconocida de Homo sapiens que coexistió con los neandertales, o a un híbrido entre un Homo sapiens y una especie humana no identificada. Si los restos pertenecen a un Homo sapiens, se trataría de la presencia más ­temprana de humanos modernos en Europa.

Los expertos se basaron en técnicas virtuales, entre ellas la tomografía computarizada del fósil ­original, pudiendo reconstruir vir­tualmente las partes faltantes del fósil y después generar un modelo 3D, a fin de analizarlo.

En este marco, los científicos estudiaron las expresiones de ­rasgos distintivos en la man­díbula de Banyoles, que son distintos entre el Homo sapiens y los neandertales, determinando que la mandíbula no presentaba rasgos distintivos de los neandertales y que no compatibilizaba con estos en su forma general.

Además concluyeron que, por el contrario, encajaba mucho mejor con las características del Homo sapiens, pese a que el problema continuaba siendo la ausencia de barbilla.

Luego, los especialistas recordaron que algunos de los primeros ­fósiles de Homo sapiens de África demuestran barbillas menos ­pronunciadas que en las poblaciones vivas.

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