Dejar la ciudad: cada vez más familias apuestan a los pueblos

Si bien ya había una tendencia, con la cuarentena muchos vieron la necesidad de abandonar los centros urbanos y mudarse.

La idea de dejarlo todo y salir a buscar una nueva vida en alguna ciudad más pequeña o un pueblo del interior ganó terreno en los planes de muchos jóvenes y familias. Estos notaron que el encierro por la pandemia los condenaba a una vida en unos pocos metros cuadrados.

No solo pasó en nuestra ciudad, sino que miles de personas alrededor del mundo lo pensaron y comenzaron con la migración interna hacia localidades más pequeñas, con la finalidad de comenzar una nueva vida.

Sobre esto, la fundadora y directora ejecutiva de la fundación Es Vicis, Cintia Jaime, conversó con diario Hoy desde Suiza, donde reside actualmente, para detallar de qué se trata la migración planificada. Es el objetivo de esta organización, que ya tuvo una prueba piloto exitosa en Colonia Belgrano, Santa Fe.

“Es una tendencia que está registrándose en varios países del mundo donde el confinamiento se levanta. Allí hay movimientos inmobiliarios grandes porque la gente busca casas en las afueras. Quienes se contactan con nosotros son aquellas personas que tienen dudas acerca de no saber cómo insertarse o qué hacer en un pueblo. Trabajamos en la migración planificada que se basa en tres pilares: la bienvenida, el plan de negocios y la vivienda”, señaló Jaime.

En la experiencia de Colonia Belgrano, convocaron a 20 familias que se instalaron en el pueblo previo a las reuniones de bienvenida y de conocimiento de los pobladores. También se planificaron las viviendas, que ellos mismos construyeron. En aquel momento, en cuatro semanas se inscribieron 20.000 personas para dejar la vida citadina.

“Lo central es que funcione el negocio que se planifica y para eso capacitamos a la familia en conjunto. Así quedan vinculadas en algo independiente. La planificación es lo más importante, no se trata de urbanizar un pueblo y llevar desorden, sino ver qué se necesita. Si no se puede en uno, buscar otro pueblo porque tiene que ser saludable al mercado”, remarcó.

Con la cuarentena, muchas familias se vieron compartiendo hogares muy pequeños, sin espacio para el juego de los hijos. Eso aceleró los planes de quienes ya lo estaban analizando como posibilidad.

“Es un proyecto de valor, que los demás puedan disfrutar esos valores, volver a los orígenes y no que las costumbres urbanas vayan a los pueblos. Con una buena conectividad, se puede trabajar con emprendimientos tecnológicos, el que trabaja home office puede ir a cualquier pueblo. Hay un cambio de paradigma que se ha acelerado porque esto es insostenible. La ciudad está expulsando gente y si se da la oportunidad, la gente se va porque en la ciudad sobrevivís, en el pueblo recuperás vida”, subrayó Jaime.

“Hay muchos pueblos necesitando cosas, son oportunidades de trabajo que nadie conoce, es desterrar la idea de que en los pueblos no se puede hacer nada. No se puede desde la agricultura porque eso ya está cubierto, pero todo lo demás se puede hacer, simplemente se necesita conectividad”, dijo.

Así, Jaime también manifestó que es “inviable” la vida en las ciudades del modo en que se está dando hasta ahora, donde hay un gran hacinamiento y eso genera marginalidad.

“La ciudad genera los máximos impactos climáticos, los residuos, consumen el 80% de la energía global y deshumanizan a las personas, las desmiembran y pierden el sentido de la tribu, se convierten en un número, se marginaliza y ese tipo de falta de valores genera criminalidad, descreimiento. Todos los aspectos negativos que se ven en el mundo”, concluyó.

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