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El asesinato de uno de los mayores líderes populares con la intervención de la CIA

Jorge Eliécer Gaitán fue adorado por los pobres de Colombia, quienes veían en él la posibilidad de concretar sus sueños. Su homicidio desató una ola de violencia que no ha cesado

Hijo de Eliécer Gaitán Otálora, un humilde vendedor de libros usados, y de Manuela Ayala, maestra de escuela rural, Jorge nació en el popular barrio de Las Cruces, Colombia, y fue el mayor de los seis hijos que tuvo la pareja. Ese hombre que desde 1914 conoció y vivió las rebeliones campesinas y obreras en los llamados “años heroicos” (que curiosamente no se iniciaron en las fábricas sino en los ferrocarriles, los puertos y los enclaves bananeros), se convertiría en uno de los mayores líderes populares de Latinoamérica. Fue asesinado mediante la conjura de intereses extranjeros y locales, con la intervención de la CIA estadounidense.

“La muerte ha signado la historia de Colombia. Siempre sentí que caminábamos con la tragedia, y mi padre quería cambiar esto, pero de fondo, con los elementos del positivismo relacional que él consideraba socialista”, le reveló Gloria Gaitán, la hija del prócer colombiano y autora de Bolívar tuvo un caballo blanco, mi papá un Buick, a la escritora y periodista argentina Stella Calloni. En 1924, Jorge Eliécer Gaitán publicó su tesis de abogado sobre Las ideas socialistas en Colombia. Durante esos años, se habían producido importantes huelgas y la bananera de 1928, episodio en que el ejército atacó una manifestación pacífica en Ciénaga, donde resultaron muertos mil obreros. Discípulo aventajado del político y criminólogo italiano Enrico Ferri, a los 25 años, sus investigaciones científicas sobre Derecho Penal ya habían sido incorporadas en la escuela de especialización jurídico-criminal de la Universidad de Roma. Simultáneamente a su formación, se erigía en una figura política capaz de captar multitudes o lo que algunos llamaban “entender el alma colombiana”. Una vez elegido representante, encabezó en 1928 una histórica protesta contra los conservadores que manejaban el país y en contra de la corrupción administrativa.

“En Colombia hay dos países, el país político que se preocupa por las elecciones, las sinecuras burocráticas, los intereses económicos, los privilegios y las influencias[...] El país político y la oligarquía son lo mismo. Y el país nacional es el pueblo que piensa en su trabajo, en su salud, su cultura. Nosotros pertenecemos al país nacional, al pueblo de todos los partidos que luchan contra el país político”, afirmó Gaitán ante miles de seguidores, en uno de sus discursos más recordados. Fue el más avanzado baluarte de una nueva clase dirigente que surgió durante la década del 30 en Colombia por su defensa de las clases populares; su portentosa voz que se evidenció en el debate que originó la masacre de las bananeras; sus distinguidas intervenciones en el Congreso hicieron temblar los cimientos del régimen conservador. “Mi padre no aceptaba un pensamiento lineal porque su formación era más profunda y por lo tanto nada esquemática. Él aplicó un método científico al campo de la teoría política dentro de un definido sistema filosófico, con lo cual logró hacer de la filosofía política una ciencia positiva y de la actividad política un método positivista relacional. Ése es su gran mérito,aplicar una teoría coincidente con la realidad”, afirmó su hija.

Eduardo Galeano decía que por la voz de Gaitán el pueblo gritaba y ponía al miedo de espaldas: “De todas partes acuden a escucharlo, a escucharse, los andrajosos, echando remo a través de la selva y metiendo espuela a los caballos por los caminos”. Este caudillo nacido de las entrañas de Colombia enfrentaba a la oligarquía y anunciaba la reforma agraria que pondrían fin a una larga historia de iniquidad.

Fue un hombre demasiado moderno para su tiempo y aún muchos se preguntan qué hubiera sucedido en Colombia si lograba junto al pueblo hacer aquellas transformaciones que proponía. No obstante, el asesinato de Jorge Gaitán el 9 de abril de 1948 (que contó con el probado apoyo de la CIA), originó una furia popular sin precedentes. Un año antes, el propio Jorge Gaitán había denunciado todas las matanzas campesinas a manos de los paramilitares. La violencia contra la que él ya había reaccionado tantas veces se instaló definitivamente después de su muerte y todo ardió en las calles.

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