El cañón de ozono, una clave para pensar la reapertura
El desarrollo tecnológico de investigadores del Conicet fue declarado de interés municipal. Es 3.000 veces más poderoso que cualquier químico y podría ser clave su rol en la desinfección de espacios públicos.
Las marchas y contramarchas en la apertura de la cuarentena son caras de la misma moneda en la mayoría de los países. No hay una receta sino un único imperativo: los números. Porque son los números los que mandan: contagiados, muertos, camas de terapia intensiva, respiradores. Números.
En este contexto, un equipo de investigadores del Instituto Argentino de Radioastronomía (ARI) creó un dispositivo capaz de esterilizar lugares públicos en tiempo récord, de manera segura y eficaz. Se trata del desarrollo de un cañón de ozono, capaz de sanitizar en diez minutos vehículos, o bien aulas, oficinas, habitaciones de hoteles y geriátricos y otros espacios cerrados.
En dialogo con diario Hoy, Martín Salibe, Técnico principal del IAR y uno de los responsables del proyecto del cañón de ozono, contó: “En realidad no nos dedicamos al sector de salud, pero ante la urgencia que hubo empezamos a pensar cómo podíamos ayudar”.
—¿Cómo funciona el cañón?
—El cañón funciona generando muy alta tensión y, a través de esto, unas microdescargas eléctricas (que van de 3.500 a más de 20 mil voltios). Este proceso toma oxígeno del aire y lo transforma en ozono, un gas más pesado que el aire y altamente oxidante. Esto genera que se rompa la membrana lipídica que poseen todos los virus y bacterias, con lo que se desactiva el Covid-19 y toda clase de virus y bacterias. Principalmente porque oxida. Este es el motor del desinfectante, que es 3000 veces más poderoso que la lavandina para desinfectar. Cuando termina de funcionar el motor, el ozono se reconvierte automáticamente en oxígeno sin dejar ningún residuo.
— ¿Qué diferencia tiene con otros desinfectantes?
— No deja residuos a niveles prácticos. En comparación con otros productos de desinfección, es el menos nocivo que se conoce. Y llega a todos los rincones. Al ser un gas penetra por todos los resquicios. Por ejemplo, para desinfectar un auto con productos tenés que limpiar pieza por pieza, en cambio, con el cañón de ozono cerrás puertas y ventanas y ponés a funcionar la máquina durante cinco minutos y queda el auto libre de Covid-19.
— ¿Qué dimensiones tiene el dispositivo?
— Es muy similar al tamaño de una caja de zapatos y funciona enchufándola a 220 voltios.
—¿Cómo es el recorrido de la validación del cañón?
— En principio, tiene que pasar ensayos de seguridad eléctrica, vibración y compatibilidad electromagnética. Estas pruebas las realiza el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial).
— ¿Hay un plazo para esto?
— Nosotros queremos que esto sirva para la pandemia. Lamentablemente, los tiempos de respuesta son lentos. Hay un gran problema en la comunicación con los entes que validan los proyectos. Algo propio de la situación del país, hay muchos aparatos nuevos, todos tratando de ayudar.
— De prosperar la aprobación del dispositivo, será clave para pensar en una apertura hacia la famosa “nueva normalidad”.
— El aparato es muy útil para el levantamiento de las actividades en esta pandemia porque va a ayudar a disminuir la carga viral. Se puede utilizar para desinfectar, por ejemplo, escuelas y universidades. El cañón se puede controlar a través de la web y se pueden programar tiempos de funcionamiento. Podría ayudar a desinfectar muchos ambientes públicos.