cultura

El fondo de esta biblioteca del siglo XVII en Praga se reparte entre las salas Teológica y Filosófica

Las desventuras de un bibliófilo.

El marqués de Chalabre, apasionado bibliófilo, murió de desesperación al no poder hallar un ejemplar de una Biblia que no existía y que en un momento de buen humor había inventado el escritor francés Carlos Nodier. Por cierto, que el marqués tuvo la curiosa idea de legar su admirable biblioteca a la persona menos capaz de respetar y apreciar los libros, la famosa actriz, Ana Francisa Mars, quien se apresuró a liquidarlo, cambiándolos por dinero, sin que le sirviese de freno el haber hallado en una rara Biblia del legado de Chalabre cuarenta billetes de mil francos. Sin embargo, el caso más extraordinario de pasión de un bibliófilo fue el de un exfraile librero de Barcelona, a quien llamaban el padre Vicente. Entre 1830 y 1835 cometió nueve asesinatos por amor a los libros. Los cadáveres de las víctimas aparecían en calles solitarias, con navajazos mortales. Alguien sospechó del librero, se lo interrogó y finalmente confesó sus crímenes.

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