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El hombre que llegó a un pueblo de Héctor Tizón

La editorial platense Mil Botellas reeditó una de las mayores novelas del escritor jujeño.

El hombre acaba de cometer un crimen y, en su huida montado en un burro, llega a un pueblo perdido e ignoto de cuarenta y seis casas de adobe, enclavado en un paisaje hecho de viento, pastos duros y montañas. No bien llega el desconocido, una turba entusiasmada lo rodea. Todos quieren estrecharle las manos, tenerlo consigo: lo confunden con un cura que iban a mandar al pueblo.

Hector Tizón es uno de los mayores escritores argentinos; pero como vivía en Yala -Jujuy-, muchos fingieron no saberlo. “Después de escribir desde anteayer casi sin interrupción, salvo un par de horas para dormir, termino El hombre que llegó a un pueblo, un título puesto a poco de empezar, ya que el título cumple para mí una especie de apoyo de texto y lo pongo cuanto antes”, escribió en su diario de trabajo. La novela le nació casi de un tirón, sin corregir nada. La escribía los fines de semana, cuidando que la historia no lo desbordara, tratando de mantener ese tono menor usual en las crónicas y relatos de familia. Le quedó un relato del que no podemos irnos; atrapados como el vagabundo en ese pueblo.

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