cultura
El hombre que retrató la guerra
Robert Capa es uno de los grandes fotógrafos del siglo veinte que puso el cuerpo en la guerra para retratar al fascismo y sus víctimas.
Cuenta Juan Forn que, en 1930, dos chiquilines se volvieron amigos inseparables en las calles de Budapest. Uno callejeaba para huir del orfanato donde lo habían confinado; el otro porque sus padres trabajaban en la casa y lo mandaban a la calle. El huérfano se llamaba Gerda Taro, el otro se llamaba Endre Friedmann. En las calles se hicieron de izquierda y descubrieron la fotografía. Con plata robada compraron una cámara y escaparon a París, dispuestos a triunfar. Allí se enteraron de la Guerra Civil en España. Decidieron que uno fuera a sacar las fotos y el otro se quedara en París para venderlas. Echaron a suerte y a Bandi le tocó partir y a Cziki quedarse, pero antes de separarse Cziki le dijo a Bandi: “Necesitarás un nombre mejor, para que podamos vender las fotos. Te llamarás Robert Capa”.
Como judío tuvo que huir de su país a los diecisiete años, al igual que tantos otros perseguidos por los nacionalsocialistas que simpatizaban con las atroces ideas que después iba a llevar adelante Adolf Hitler. Todas sus fotos fueron en blanco y negro. Sus ganas de triunfar y su feroz convicción de que la sociedad despertara del letargo que provocaba el fascismo lo estimularon a embarcarse, armado solamente con su cámara, en todas las guerras que estallaron durante su vida y a tomar algunas de las fotografías más icónicas del periodismo gráfico de todos los tiempos.
“Para Gerda Taro. Que pasó un año en el frente español. Y se quedó”, escribía Robert Capa en la dedicatoria de Death in the Making. Se trataba del primer libro firmado por el legendario fotógrafo y reunía las fotografías capturadas durante el primer año de la Guerra Civil española en distintos frentes republicanos acompañadas por una narración escrita por el propio artista. Imágenes y palabras que relatan los días de quienes intentaron frenar la insurrección fascista. Fue uno de los primeros fotolibros de la historia y contribuiría a cimentar la reputación del autor como fotógrafo de guerra.
Las fotos de Robert Capa sobre esa guerra mitológica, son vívidamente originales, desde sus comienzos, como aquel registro de León Trotski, mientras daba una conferencia en Copenhague, en 1932. Su enfoque y su proximidad directa con los hechos le permiten captar rostros, gestos, acciones y hasta sentimientos, momentos que vuelven significativos la intensidad de su mirada y su profundo humanismo. Esas primeras fotos tan tocantes de una guerra que no sólo afectó a España sino al mundo entero, dividido en dos bandos, tuvieron inmediata e inmensa resonancia. El 5 de septiembre de 1936, mientras cubrían el frente cordobés, Endre (o tal vez Gerda) tomó la inmortal fotografía “ Muerte de un miliciano”. Aunque diversos expertos cuestionan la autenticidad de la imagen, otros, como un historiador de la localidad valenciana de Alcoi, han llegado a poner nombre a ese miliciano anarquista: Federico Borrell García.
Robert Capa también estuvo presente en el llamado Día D, en la guerra árabe- israelí, y en la guerra de Indochina. Visitando Japón, en 1954 fue enviado por “Life” a la primera guerra de Vietnam. El 25 de mayo, cruzando una selva frondosa con un destacamento francés muere en su ley, destrozado por una mina. Ironía del azar: inicia su vida con simpatías revolucionarias, y concluye acompañando una guerra imperialista. Volviendo visionarias estas palabras suyas: “Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no estabas lo bastante cerca.”