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El innovador proyecto de la UNLP que puede cambiar la alimentación
Un equipo de investigadores local trabaja con tecnología LED para hacer que las hortalizas tarden más en marchitarse.
Para evitar que las hortalizas se marchiten rápido y puedan ser más aprovechadas en la alimentación de las y los vecinos de La Plata y la región, un equipo de investigadores de la UNLP trabaja con una innovadora tecnología que podría cambiar el modo de relacionarse con verduras como el brócoli o el repollo.
Ese tipo de productos, junto con las coles, la rúcula y el kale, fue creciendo en las mesas platenses notablemente en las últimas décadas debido a sus cualidades, ya que no solo aportan vitaminas, minerales, fibras y aminoácidos esenciales, sino que además se caracterizan por el aporte de compuestos activos biológicamente como antioxidantes y glucosinolatos.
Pero al momento de la cosecha se induce la senescencia de estos tejidos vegetales, es decir, un programa metabólico ordenado, meticulosamente regulado por diversos factores, entre los que podemos distinguir los ambientales y otros como las hormonas o la edad de la hoja, que los hacen perder calidad.
La idea de los científicos locales es retrasar este proceso utilizando luz visible de baja intensidad (uso de diodos emisores de luz LED) como tecnología poscosecha. “Trabajamos en la aplicación de métodos físicos poscosecha que permitan obtener hortalizas con buena calidad comercial y nutricional aun luego de varios días de almacenamiento. Pero además nos interesa explicar los cambios fisiológicos que se producen en el vegetal”, dijo Lorenza Costa, la doctora a cargo del proyecto.
Según explicó, la luz visible actúa como un regulador de la senescencia a través de la interacción de diferente calidad de luz con diferentes fotorreceptores, y esta interacción pone en marcha una cascada de respuestas fisiológicas que conducen a un retraso en la aparición de síntomas de senescencia y un aumento en el contenido de metabolitos que aumentan la calidad nutricional de las crucíferas.
“Trabajamos con productores del cinturón hortícola platense, quienes nos permiten cosechar los productos y traerlos rápidamente al laboratorio en el Instituto de Fisiología Vegetal (Infive), donde comenzamos nuestros ensayos. En el caso del brócoli, trabajamos con cabezas centrales, las que inicialmente no deben presentar defectos; y en el caso del kale, utilizamos hojas maduras, las que seleccionamos en el momento de la cosecha de modo tal que sean de la misma edad (misma posición en la planta)”, detalló Costa.