Deudores infortunados

Dickens conoció de niño los varazos en la espalda y la cárcel.

En 1696, en Viena, el embajador portugués, príncipe de Ligne, perdió jugando contra el intendente, el conde Hallweil, 50.000 florines y, para satisfacer su deuda, no supo apelar a otro recurso que invitar a su acreedor a dar un paseo nocturno en carruaje; cuando estuvieron en pleno bosque lo asesinó y enterró su cadáver. En Inglaterra, durante mucho tiempo estuvo autorizada la detención por deuda “mientras la deuda no fuera pagada”, lo cual suponía la cadena perpetua de mucha gente hasta el punto tal que se le permitía instalarse en la cárcel a toda su familia. Como hijo de un casi deudor perpetuo, el escritor británico Charles Dickens vivió en la cárcel de Brixton, que luego de tantas veces describiría en sus novelas.

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