cultura

El sobrenatural hallazgo de una obra maestra

La divina comedia es unánimemente considerada una de las mayores creaciones de la literatura universal. Su versión completa pudo armarse a partir de un hecho prodigioso.

El poeta florentino Dante Alighieri compuso casi toda La divina comedia en el exilio. En sus diálogos con los guías del otro mundo (Beatriz, Virgilio, San Bernardo) y con las almas condenadas o benditas que se encuentra, el protagonista deja que su propia curiosidad lo guíe hasta la meta. Dante murió en Ravenna, Italia, el 14 de septiembre de 1321, después de haber registrado en su libro su visión de la luz eterna, y dejando tras de sí interrogantes tan acuciantes que no pudieron responderse bajo ninguna lengua humana. Tenía cincuenta y seis años.

Según el escritor Giovanni Boccaccio, Dante había empezado a escribir La divina comedia poco antes de su destierro de Florencia y se había visto obligado a abandonar, en esa ciudad, los primeros siete cantos del Infierno. Boccaccio reveló que alguien, que buscaba un documento entre los papeles de la casa de Dante, encontró los cantos sin saber quién era su autor, los leyó con admiración y se los llevó a un poeta florentino para que los inspeccionara. Este poeta supo que los versos habían sido escritos por Dante y consiguió hacérselos llegar, rogándole que no abandonara una obra que comenzaba de manera tan asombrosa.

A medida que avanzaba en la escritura de La divina comedia, Dante empezó a enviar los cantos terminados a uno de sus mecenas, Cangrande della Scala, en grupos de seis u ocho. Este hombre terminaría recibiendo la obra completa, con la excepción de los últimos trece cantos del Paraíso. Durante los meses posteriores a la muerte de Dante, sus hijos y discípulos revisaron sus papeles para ver si había terminado con los cantos que le faltaban. No hallaron nada y culparon a Dios porque este no había concedido la gracia de permitir que se diera fin a lo que restaba de su obra.

Una noche, Jacopo, el tercer hijo de Dante, tuvo un sueño en el que vio a su padre acercándose a él con el rostro bañado de una luz sobrenatural. A continuación llevó a Jacopo a su antigua habitación y, luego de poner la mano en un lugar determinado de la pared, anunció: “Aquí está lo que tanto habéis buscado”. Jacopo se despertó, fue en busca de un antiguo discípulo de Dante y juntos descubrieron, tapado por un paño, un escondite lleno de escritos mohosos que resultaron ser los cantos que faltaban. Los copiaron y los enviaron, siguiendo la costumbre de Dante, a Cangrande y finalmente la obra fue publicada.

Se trata posiblemente del poema más extraordinario jamás escrito. Según Octavio Paz: “Dante cambió radicalmente al amor cortés al insertarlo en la teología escolástica. Así redujo la oposición entre el amor y el cristianismo. Al introducir una figura femenina de salvación, Beatriz, como intermediaria entre el cielo y la tierra, transformó el carácter de la relación entre el amante y la dama. Beatriz siguió ocupando la posición superior, pero el vínculo entre ella y Dante cambio de naturaleza”. Por su parte, Jorge Luis Borges resaltó que la obra, a pesar de su costado sombrío y sentencioso, está llena de delicias y ternuras: “Por ejemplo, Dante habrá leído en algún libro de geometría que el cubo es el más firme de los volúmenes. Es una observación corriente que no tiene nada de poética y sin embargo Dante la usa como una metáfora del hombre que debe soportar la desventura: “buon tetrágono a i colpe di fortuna; el hombre es un buen tetrágono, un cubo, y eso es realmente raro”.

En ausencia de documentación oficial irrefutable, los estudiosos afirman que Dante comenzó a escribir el Infierno en 1304 o 1306, el Purgatorio en 1313 y el Paraíso en 1316. En definitiva, las fechas exactas importan menos que el asombroso hecho de que Dante escribiera La divina comedia durante casi veinte años de vagabundeos en más de diez ciudades extranjeras, lejos de su escritorio, su biblioteca y el sin fin de supersticiones que cada escritor construye alrededor de su teatro de operaciones. Como nunca pudo disponer de sus propios libros con anotaciones garabateadas en sus márgenes, su principal recurso fue la biblioteca que se había erigido en su propia cabeza.

Noticias Relacionadas