Elmyr de Hory, el príncipe de la falsificación

Elmyr de Hory, junto a alguna de sus indistinguibles falsificaciones.

Muchos cronistas afirmaban que era un pintor único, porque lograba ser varios en uno. Elmyr de Hory pasó a la historia como un maestro de la imitación. Podía reproducir a la perfección los estilos de Modigliani, Picasso, Gauguin y Matisse. A propósito de este último, el famoso falsificador, desparramado en un sillón de su casa en Ibiza, a mediados de 1972, confesó a la cámara de Orson Welles, en el documental F de Falso: “En mis buenos días pinté Matisses que son sin duda mejores que los que pintó el propio Matisse en sus malos días”. Y entonces procedió a levantarse de su sillón, se dirigió hasta un atril y dibujó en menos de un minuto una perfecta figura femenina de Matisse que luego arrojaría al fuego de la chimenea. Y mientras las llamas devoraban aquel dibujo precioso, se escuchaba su voz en off: “Confío en que, con el tiempo, los museos se decidan a considerar falsas únicamente las obras de calidad discutible”. A lo largo de su vida, Elmyr pintó cientos de cuadros que expertos y coleccionistas compraban con la seguridad de estar adquiriendo obras de artistas consagrados. Sin embargo, él nunca recibió esas ganancias y debió comparecer en más de una oportunidad ante la justicia, acusado de ser un impostor.

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