En cuarentena, cuatro de cada diez personas fuman más que de costumbre

Un estudio realizado sobre los hábitos de tabaquismo en tiempos de pandemia reveló que en el aislamiento social se incrementó el consumo del cigarrillo, a raíz de la situación de estrés que se generó en las personas.

Según un relevamiento nacional, cuatro de cada diez fumadores reconocieron que se encuentran fumando más que antes del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO).

La consultora Julio Aurelio-Aresco, a pedido del Centro de Investigaciones de Enfermedades No Transmisibles (Cienta), diseñó un estudio de opinión sobre hábitos y tabaquismo en tiempos de cuarentena. El trabajo, realizado en junio, contó con la participación telefónica de 3.418 individuos mayores de 16 años, residentes en Argentina.

Del total de encuestados, se observó que el 20,8% fumaba, que un 16,1% lo hacía habitualmente y un 4,7% ocasionalmente. En octubre de 2019, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) dio a conocer los resultados finales de la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), que mostraron una prevalencia de tabaquismo del 22,2% en los mayores de 18 años.

Allí también se reflejó que, cada año, en el país mueren alrededor de 44.000 personas por enfermedades relacionadas con el tabaco, lo que representa aproximadamente el 13% de las defunciones.

“El cigarrillo es una adicción que genera placer y contribuye a pasar diferentes situaciones. En un velorio hay tristeza y se fuma, en un nacimiento hay alegría y también se fuma. Es decir, tiene un comportamiento dual”, explicó a diario Hoy la médica cardióloga especializada en cesación tabáquica y presidenta del Cienta, Marta Angueira.

“Después de muchos años de trabajar en esto, creo que el factor fundamental por el que no se abandona el tabaco es porque cuesta mucho renunciar al placer que este brinda. Para ciertas personas, el fumar es casi la única situación placentera, y digo entre comillas placentera, porque, en realidad, el placer se genera cuando se calma la abstinencia”, agregó la especialista.

El estudio registró que existe un mayor nivel de tabaquismo en el interior del país (22,9%), en comparación con el 16,3% del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En cuanto al tipo de cigarrillo, un 82% optó por el tradicional y un 7,4% eligió el electrónico, mientras que el 2,7% alternó entre ambos, y un 5,6% fumó por otros mecanismos.

El cigarrillo electrónico se ha popularizado, y algunas personas, no por indicación médica, sino por cuenta propia, lo utilizan como un elemento de transición para dejar de fumar. En este aspecto, Angueira comentó: “En realidad, no habría que fumar nada. En este país está prohibida la importación del cigarrillo electrónico y su comercialización. Lo que no está prohibido es su uso. Por otro lado, quienes lo utilizan deben tener suma precaución con los líquidos que se venden, porque no reciben ningún tipo de control”.

El sondeo investigó también qué alternativas tomarían las personas para dejar el cigarrillo. La respuesta de los fumadores fue que acudirían a su propia voluntad (60,7%), utilizarían herramientas como grupos de autoayuda (8,6%), medicamentos, chicles o parches (13,3%), terapias alternativas (7,2%), o lo intentarían con el cigarrillo electrónico (4,3%), entre otras.

“El buen momento para dejar de fumar es cuando realmente se quiere dejar de fumar. Obviamente, en el contexto de la reclusión es más difícil. Hay que estar motivado y encontrar la razón fuerte por la cual se pretende dejar el cigarrillo”, aconsejó la cardióloga, a la vez que afirmó que, históricamente, menos del 10% busca el apoyo y la ayuda de un especialista para liberarse de la adicción.

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