cultura

Historia del saxofón

Un belga fue el inventor de ese instrumento que comenzó en las bandas militares, pasó a la música clásica y llegó a ser un componente fundamental del jazz.

Antoine Joseph Sax nació en la ciudad belga de Dinant el 6 de noviembre de 1814. Hijo de un matrimonio que pobló la modesta casa con 11 hijos. Su madre lo llamaba con el nombre que su marido no le permitió poner: Adolphe. La obstinación materna dio sus frutos, el creador del saxo es conocido por ese nombre: Adolphe Sax.

De joven le gustaba crear instrumentos musicales con madera y cobre, llegando a las complejidades del violín y el piano. Tomaba clases de clarinete. La primera muestra de sus obras la hizo a los 16 años, en la Exposición de Industrias de Bruselas, donde sus flautas y clarinetes de marfil dieron mucho que hablar. Sus exposiciones le permitieron cimentar un prestigio de lutier. Tenía 32 años cuando patentó un instrumento al que bautizó con su apellido y el agregado del sufijo fon –derivado del vocablo griego pone, que significa sonido-. El saxofón fue concebido con maderas y metales como una alternativa instrumental que generaría una prole que iría desde el sopranino hasta el pesado e incómodo saxo contrabajo, instrumentos todos creados por el imaginativo Sax.

A la salida de un concierto de Adolphe Sax en la sala Herz de París, el compositor Hector Berlioz describió al saxofón como un instrumento que tiene su mérito en la belleza variada de su timbre. El predicamento de la palabra del compositor francés era enorme, por lo cual, el instrumento fue objeto de comentario de los principales diarios de la época. El propio Berlioz, en el Journal des Debats, escribió varias columnas entusiastas dedicadas a ensalzar a ese instrumento que llegó para enriquecer el lenguaje musical. La nota fue reproducida por numerosos periódicos europeos y la fama de Adolphe Sax se extendió como un reguero luminoso.

Pasaron algunas décadas hasta que el instrumento alcanzara su auge. El primero en contribuir a esto fue Claude Debussy, quien compuso Rapsodia para orquesta y saxofón. La pieza nació por encargo de Elise Hall, llamada “la dama del saxofón”. Debussy había recibido sus honorarios en 1901 pero, si bien había escrito la partitura, decidió no entregarla nunca. Razón por la cual la obra recién sería estrenada en París en 1919, un año después de la muerte del compositor.

Sax explicó que el secreto de la sonoridad de su instrumento radica en que se trata de un cono parabólico que se toca con una caña. 20.000 instrumentos salieron de sus talleres desde 1843 a 1860. En 1845, el ejército francés decidió incorporar el saxo para tocar las marchas militares en las fiestas patrias. Pronto, la mayoría de los ejércitos del mundo adoptarían esa misma práctica. Adolphe Sax había alcanzado un reconocimiento institucional que jamás había sospechado. Fue nombrado profesor del conservatorio de París para que allí estudiaran todos los integrantes de las bandas militares.

Pero sería del otro lado del océano donde el saxofón llegaría a su apogeo en las primeras décadas del siglo veinte, cumpliendo un rol preponderante en esa música que sacudiría al mundo: el jazz. En 1896, Eugene Coffin hizo las primeras grabaciones con saxofón en los Estados Unidos. A partir de allí, el instrumento haría en Norteamérica una carrera imparable. Los grandes ­músicos de la época contemplaban la presencia del instrumento en sus composiciones: Ravel, ­Gershwin, Puccini, Milhaud.

La inventiva de Adolphe Sax no tuvo ­descanso. Metía mano en todo: reforma de la notación musical, sugerencias para los métodos de composición, estudios sobre la influencia de los instrumentos de viento en los pulmones, escuelas para inventores, modos de reorganización de las orquestas, mejoras para la acústica de las salas, construcción de un nuevo fagot y del clarinete bajo, colocación de pistones y cilindros a los instrumentos de metal, aparatos para purificar el ambiente de los hospitales, y proyectos ambiciosos para los que hubiera necesitado más de una vida si quería cumplirlos.

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