CULTURA

La Almendra de la que nació el rock en Argentina

Fue el primer grupo que formó Luis Alberto Spinetta, con el que estrenó temas que quedaron sonando para siempre en la memoria emotiva de muchas generaciones.

Una tarde de otoño de 1967, a la salida del Colegio San Román, en una de las esquinas se juntaron Ricardo Miró, Santiago Novoa, Edelmiro Molinari y los hermanos Ángel y Emilio del Guercio, integrantes del grupo Los Sbirros. Iban a ensayar, cantaban canciones en inglés. Pero esa tarde sería distinta, habían invitado a otro compañero de colegio, que tenía su propio grupo, The Larkins. Se llamaba Luis Alberto Spinetta, y apareció acompañado por el baterista de su banda, Rodolfo García. El entendimiento fue total, a tal punto que acordaron que cuando a Rodolfo le dieran la baja en la colimba, ­armarían un cuarteto. Así nació uno de los grupos más emblemáticos de la historia del rock en Argentina: Almendra.

Eran pibes de barrio, mucho más ingenuos que los irredentos trasnochadores que quemaban las noches en La Cueva, que vivían prácticamente en la calle, tocando en cualquier lado. Los integrantes de Almendra ensayaban en la casa de Luis Alberto, en un enorme cuarto con ventana a la calle Arribeños, cerca de la cancha de River. Todo transcurría bajo la mirada protectora de los padres. Tanto a Emilio como a Luis les gustaba leer y dibujar. Estudiaban Bellas Artes. Habían sacado una revista escolar, La cosa degenerada. Cuando se recibieron de bachilleres, hicieron a dúo un espectáculo: Homenaje a la psicodelia. Veían en los Beatles un antídoto, una promesa de libertad, una invitación a las más audaces exploraciones vitales. Les encantaba ­Piazzolla –era la época de María de Buenos Aires–, se prestaban libros de Cortázar y de Rimbaud, iban a escuchar a los jazzeros, admiraban el folklore de vanguardia de Waldo de los Ríos, y se emocionaban con Mercedes Sosa.

No era una veleidad el camino que habían elegido, sino una profunda convicción. Recuerda Rodolfo García: “Fue durante un ciclo en el Payró en el que participaron Los Gatos, el Cuarteto Zupay, el Mono Villegas, Les Luthiers. Eran conciertos de música popular con debate. Al final del recital de Los Gatos se armó una polémica muy interesante. Estaba Ricardo Kleiman, que tenía el único programa radial que pasaba la nueva música, Modart en la noche. Le dijimos que teníamos un grupo y lo invitamos a escucharnos. A los pocos días se apareció por la casa de Luis. Kleiman escuchó todo el ensayo y dijo: ¡Bueno, graban en RCA!”. Así grabaron el simple Tema de Pototo y El mundo entre las manos.

Como no tenían buenos equipos para grabar, les prestaron los de Tremeloes, un grupo inglés de paso por Buenos Aires. Aún no tenían representante que les consiguiera actuaciones. El primer trabajo que tuvieron fue en un boliche de la avenida Constitución de Mar del Plata, Matoko’s. Y poco después la RCA los mandó al Perú para representar a Argentina en el Festival de Ancón. A la vuelta de Buenos Aires, en marzo de 1969, Almendra tuvo su debut oficial porteño en el ciclo “Tres recitales beat” del Instituto Di Tella, que fue un éxito de público y crítica.

El periodista Pipo Lernoud dijo: “Fue un atrevimiento largar un long play que mezclara el tango con el rock psicodélico, la poesía de amor más tierna con los ardientes desafíos a la imaginación”. En una encuesta de 1985 realizada por ­Carlos Polimeni, en la que participaron músicos y periodistas, el primer álbum de Almendra fue considerado por la gran mayoría como el mejor disco de la historia del rock argentino. En tanto, en una encuesta de la revista Rolling Stone, surgió que Muchacha ojos de papel está vista como la segunda canción argentina más importante de ese género musical.

A principios de los 70 comenzó el lento resquebrajamiento del grupo, coincidente con la separación de Spinetta de Cristina Bustamante, la muchacha ojos de papel, que también le inspiraría el Blues de Cris. La pérdida de disciplina en los ­ensayos, el extravío en los callejones de la droga, les impidió ponerse al hombro el ambicioso proyecto de estrenar una ópera rock, Señor de las latas, y marcó el cierre de una etapa.

En 1979 volvieron a reunirse para dar una serie de conciertos y giras. Fueron a grabar a Estados Unidos y salió un nuevo álbum, El valle interior, que pasó desapercibido. Hicieron una gira nacional, que incluyó un recital en la cancha de Estudiantes de La Plata, en la que la represión policial dejó un saldo de casi 200 detenidos. La última reunión fue el 4 de diciembre de 2009, en el concierto titulado Luis Alberto Spinetta y las bandas eternas, donde tuvieron la oportunidad de demostrar que algunas de sus canciones no perderán jamás su condición de clásicos.

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