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La CIA, entre las drogas y los experimentos atroces

Con el objeto de obtener más eficazmente informaciones, la principal agencia de inteligencia norteamericana recurrió a los más sofisticados y peligrosos métodos.

Durante buena parte de su historia, la Agencia de Inteligencia norteamericana –conocida mundialmente como CIA– investigó el desarrollo de diversos métodos para obtener el control total de la mente de un ser humano. En ese sentido, se dedicó a experimentar con todo un complejo arsenal de drogas, implantes electrónicos, hipnosis y otras herramientas para el lavado de cerebro. La tentación de poseer la llave de la voluntad del hombre provocó que, desde hace larguísimos años, se venga experimentando de forma más o menos clandestina con diversos métodos para obtener el dominio sobre la mente ajena.

Durante la década de 1920, el doctor Albert Hoffman, quien trabajaba en los laboratorios de la empresa farmacéutica Sandoz, estaba a punto de realizar un hallazgo que cambiaría para siempre la historia de las drogas: la síntesis del LSD. Su descubrimiento, como tantos otros, había sido fortuito y se debió en realidad a un accidente de laboratorio. Posteriormente, un estudio de la sintomatología determinó que el LSD induce alteraciones transitorias del pensamiento, del tipo de una sensación de omnipotencia o un estado de paranoia agudo.

En ese contexto, la CIA intentó apoderarse de los servicios de una firma farmacéutica estadounidense para sintetizar importantes cantidades de ácido lisérgico que más tarde sería utilizado para diversos propósitos. La Agencia de Inteligencia estadounidense quería dejar de depender de una compañía extranjera como Sandoz en el suministro de una sustancia que consideraba de vital importancia para los intereses y la seguridad norteamericana. De modo que se solicitó a la Eli Lilly Company de Indianápolis que intentase aprovisionar un suministro de LSD totalmente norteamericano.

Asimismo, MK Ultra era el nombre en clave de una operación a gran escala organizada por el Equipo de Servicios Técnicos de la CIA (TSS) con el objetivo de llevar a cabo investigaciones –secretas e ilegales– sobre las alteraciones del comportamiento humano y utilizando a civiles inocentes como sujetos experimentales. El padre del proyecto fue Richard Helms, quien más tarde se convertiría en director de la agencia y sitió la base de operaciones en San Francisco. Entre 1953 y 1964, MK Ultra cometió algunas de las peores atrocidades y más flagrantes violaciones de los derechos humanos en la historia de los Estados Unidos, que incluían la utilización indiscriminada de terapias de shock, alteración de funciones cerebrales y diversas formas de tortura. De hecho, muchos de estos proyectos difirieron muy poco de los ejecutados por los médicos nazis en los campos de concentración.

Una de las principales razones para interesarse por el empleo de LSD fue la obtención de información de prisioneros de guerra o de agentes secretos enemigos. Otra, determinar el posible empleo del ácido lisérgico como arma de guerra química; y existía una tercera aplicación del LSD como herramienta de perturbación social en diversos países enemigos, popularizando su uso como estupefaciente o introduciéndolo en la red de suministro de agua. Durante la década de 1960, la CIA incluso llegó a considerar seriamente la posibilidad de emplear este tipo de estrategias contra el régimen de Fidel Castro en Cuba.

Además del personal de la CIA, miles de soldados norteamericanos fueron víctimas de experimentos con drogas. Algunos de ellos se ofrecieron voluntariamente, presionados por sus oficiales, pero la mayoría fue presa de programas clandestinos en los que los sujetos experimentales no tenían la mínima noción de lo que estaban haciendo con ellos. Los frutos de estas experiencias se tradujeron en psicosis, depresión y, en algunos casos, suicidio. El programa de experimentación clandestina también expuso a la población civil en varios estados a los efectos de diferentes agentes químicos. Esta perversa situación llevó, en 1955, al senador Paul Wellstone a promover una legislación específica para eliminar los abusos perpetrados por la CIA en el terreno de la experimentación humana. Este senador se opuso a la Guerra del Golfo y murió en 2002 en un confuso accidente de aviación.

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