cultura

La dictadura y la televisión

Aunque las tecnologías de la comunicación eran mucho menos poderosas que en la actualidad, los militares sabían de la importancia ideológíca de los medios.

No bien se apoderaron de los resortes del Estado, una de las primeras medidas tomadas por los golpistas de 1976, fue intervenir los canales de comunicación. El mismo 24 de marzo decidieron que el amistoso en el que el seleccionado argentino se enfrentaba con Polonia –y que el equipo dirigido por Menotti ganó 2 a 1, con goles de Houseman y Scotta-, se transmitiera en cadena a las 13.30 horas.

Faltaban dos años para que llegaran al país los primeros televisores a color, pero el poder de penetración de la televisión era muy grande, por eso, de inmediato, los pasillos de los canales se volvieron un hervidero de uniformados trajinando de un despacho a otro, dando órdenes y monopolizando toda la información que se daba.

Los primeros movimientos de los golpistas se produjeron a las 18 horas. La casualidad quiso que, justo a esa hora, Canal 7 estuviera emitiendo la serie “La Pandilla”. No fue la única coincidencia macabra, a la hora en que una patota policial irrumpía en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica, canal 11 estaba mandando al aire “El hombre del rifle”. El final de la transmisión de canal 7 el día que se perpetró el golpe, fue con un espacio llamado “La Paz sea con Vosotros”.

En las vísperas del golpe, la pantalla televisiva estaba caliente. A las 23.30 hs, en canal 13 se emitía el noticiero “Titulares”, conducido por Sergio Villarruel. Edgardo Mesa estaba haciendo un móvil en Plaza de Mayo, cuando el conductor del programa le hizo llegar un mensaje para que dijera que era inminente el derrocamiento de Isabel: “Le hice caso, porque era mi jefe, y comencé a decir que eran los últimos minutos. Terminé la columna y me tuve que esconder, porque me querían cagar a balazos. Evidentemente Villarruel estaba bien informado”. Cuando el golpe se perpetró y la presidenta Isabel Martinez de Perón fue detenida, Canal 2 –que entonces transmitía desde la ciudad de La Plata-, estaba proyectando la serie “Los invasores”.

Los militares establecieron un sistema de inteligencia dentro de cada canal, para detectar a quienes ellos consideraban podían ser potenciales opositores al régimen. El locutor Juan Vicente Mentesana fue designado por el Estado Mayor del Ejército para leer el Comunicado Nº 1, que anunciaba que el país estaba bajo el control operacional de la Junta de Comandantes Generales de las Fuerzas Armadas, y exigía a la población el estricto acatamiento de las disposiciones militares. La placa de las tres fuerzas y la música de “Avenida de las Camelias”, se reiteraban con la obsesión de una pesadilla. Los comunicados se sucedían. El Nº 19 prohibió hablar mal del nuevo gobierno.

Las tres fuerzas gobernantes se repartieron los canales: la Marina, se instaló en el canal 13 y en el 7; la Fuerza Aérea –representada por Adolfo Pietronave le tocó el Canal 11; y el Ejército tomó como propio al Canal 9. El resto de la prensa –radial y gráfica-, salvo muy contadas excepciones se subordinó a los lineamientos establecidos por la dictadura, desinformando sistemáticamente, embozando los crímenes que se cometían y disimulando –cuando no celebrando- la masacre, el despojo de las mayorías y la extranjerización de la economía. Las pocas expresiones de periodismo digno se verificaron en revistas como Humor –con un staff en el que figuraban Alejandro Dolina, Enrique Vázquez, Luis Frontera y Rep, bajo la dirección de Andrés Cascioli-, El Ornitorrinco –dirigida por los escritores Abelardo Castillo y Liliana Heker-, Expreso Imaginario, Periscopio, El Porteño o ciertos espacios radiales que fueron apareciendo luego de la Guerra de Malvinas - cuando los controles se volvieron más laxos y la dictadura había comenzado su retirada-, como las columnas vespertinas de Eduardo Aliberti en el programa de Carlos Burone, en Radio Continental.

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