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La santa que ganaba batallas

Juana de Arco es una figura histórica de resonancias míticas, que fue quemada por bruja y siglos después fue santificada.

Considerada la heroína en la lucha contra Inglaterra, se ha discutido si habría nacido en la Champaña, ya que, en efecto, Domrémy estaba partido en dos por la frontera entre aquel pueblo y los ducados de Bar y Lorena. Juana era hija de Jacobo Darc, el decano de la aldea, y de Isabel de Vouthon. De niña mostró un gran espíritu piadoso, se dedicaba a ayudar a su madre y custodiar el ganado comunal. Todo en ella era un equilibrio rústico y sano. No obstante, pronto su dicha se vio turbada por las noticias de la guerra y las incursiones de los francoborgoñeses, quienes incendiaron Domrémy y obligaron a sus habitantes a refugiarse en Neufchateau.

Tuvo un destino sin par en la historia de los siglos, donde lo milagroso y lo real se entrelazó: la extraordinaria epopeya de Juana comenzó con la aparición del arcángel Miguel, que protegía el reino de Francia, y al escuchar las voces de santa Catalina de Alejandría y de Santa Margarita, que la guiarían a lo largo de su breve vida. Juana de Arco podría haberse convertido en una mística, como santa Teresa de Jesús, pero estos mensajes divinos la incitaron a la acción, y la llevaron a unirse al ejército del rey de Francia y recuperar los territorios ocupados por los ingleses como consecuencia de la guerra de los Cien Años (1337-1453).

Juana provenía de una familia de campesinos analfabetos, pero llegó a adquirir una conciencia política y un talento militar que pocos podían igualar en la Francia de su época. Aproximadamente a los 13 años de edad, después de que los borgoñones saquearon y quemaron la iglesia de su pueblo, comenzó a escuchar voces. En esos momentos, los ingleses controlaban la mitad de su territorio y la situación interna no podía ser más calamitosa, con derrotas militares y disensiones. Sin embargo, de la mano de aquella joven enigmática, las victorias francesas comienzan a sucederse ininterrumpidamente. Se desplazó a Chinon, donde se encontraba la corte de Carlos VII, y ataviada con ropas masculinas, tal y como le habían indicado las voces, convenció al delfín de que ella era la enviada para ayudarle a reconquistar Francia. Equipada con una armadura blanca y portando un estandarte, como ha sido representada en numerosas pinturas, se puso al frente de las tropas y obligó a los ingleses a levantar el sitio de Orleans, derrotó al general británico Talbot en Patay y, ese mismo año, Carlos VII fue coronado rey en Reims, el 17 de julio de 1429.

Sin embargo, un año después, y tras el fracaso de la ofensiva contra París, fue hecha prisionera y entregada a los ingleses, que la acusaron de herejía y la condenaron a morir en la hoguera. Juana de Arco no se retractó, sino que reafirmó sus revelaciones. Se limitó a cumplir la voluntad de Dios, eso confesó Juana de Arco ante los jueces de la Santa Inquisición que la sentenciaron. La mañana del 30 de mayo de 1431, hace 582 años, fue atada a una estaca y quemada viva en la plaza del Mercado Viejo de Ruán, al noroeste de Francia, y sus cenizas fueron arrojadas al río Sena.

Pocas décadas más tarde, la propia Iglesia católica revisa el proceso y la declara inocente, en un proceso del que participarían más de mil quinientos testigos. En adelante, gente de las más diversas ideologías, a partir de los mismos acontecimientos, interpretaría su figura en términos opuestos. Siempre habrá una Juana de Arco apropiada para cualquier agenda política. En 1920 fue declarada santa por el papa Benedicto XV.

La historia de Juana de Arco se ha contado en cine y televisión muchas veces. Inspiró a dramaturgos de la talla de Bernard Shaw y Bertolt Brecht. Por su parte, Baz Luhrmann ya tiene un nuevo proyecto tras su película sobre Elvis Presley, el director dirigirá una película sobre Juana de Arco para Warner Bros. La compañía confirmó que el cineasta se ocupará de la historia épica de la heroína nacional francesa y santa Juana de Arco.

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