cultura

La voz platense del tango

Carlos Cabrera, durante 25 años, fue cantor de la orquesta de Atilio Stampone, y compartió escenario con Roberto Goyeneche y Rubén Juarez, entre otros.

Hace pocos días cumplió 84 años, pero mantiene una voz poderosa y sensitiva, como si hubiera hecho un secreto pacto con el tiempo. Carlos Cabrera nació y vive en nuestra ciudad. Además de su muy reconocida condición de intérprete, ha compuesto muchas canciones que muestra, con legítimo orgullo, en cada una de sus presentaciones. Tiene una vastísima trayectoria en la que entrecruzan algunos de los nombres mayores del tango, y sobre ese largo camino andado, conversamos con él.

—¿Cuál fue el barrio de tu infancia?

—El barrio de mi infancia fué la calle 7 entre 42 y 43. Pegadito a plaza Italia.

—¿Qué quedó de ese barrio, en la actualidad, y en tu memoria?

—En mi memoria quedaron las imágenes fuertes de la infancia. Los abuelos barriendo las hojas del otoño al atardecer y encendiendo fogatas, los partidos de fútbol sobre el empedrado de la calle 41 y el paso de Evita y Perón los 19 de noviembre. Ella era mágica, con su pelo rubio a la luz del sol y a su lado el General acompañados por la fanfarria de Granaderos.

—¿Cuál es el recuerdo más antiguo que tenés de tu vocación de cantor?

—Mi vocación de cantor tal vez comenzó cuando la profe de música de la escuela me hacía cantar solo la Marcha a mi bandera. De todos modos mi vieja que era italiana, y la familia materna no paraba de cantar en las innumerables fiestas que se hacían en los enormes patios de nuestra casa chorizo...Una belleza esa casa de la calle siete. Además tenía un tío cantor pintón y Gardeliano con una voz maravillosa. Yo quería cantar como él.

—Contá todo lo que recuerdes sobre tu debut.

—Canté desde niño, pero mi debut profesional lo facilitó Héctor de Rosas, cantor de Piazzolla y mi profe de canto. Fue en Rafaela. Un momento fundacional de mi vocación de cantor de tangos.

—¿Cómo fueron las circunstancias que te llevaron a cantar en la orquesta de Atilio Stampone?

—Mi entrada a la Orquesta de Stampone la fabricó el destino, lo casual. Atilio buscaba un cantor para una obra integral con temas de él y de Eladia Blazquez. Se encontró con un vecino de carpa en Mar del Plata que era hincha suyo que además tenía un disco mío grabado en Trova. Este vecino tenía mi disco y le dijo a Stampone que él tenía el cantor que le hacía falta. Al otro día le hizo escuchar un tema que habían compuesto para mí Homero Expósito y Berugo Carambula y Stampone dijo: “Eso quiero”, y llamó a Homero Expósito - amigo mío en ese entonces-, y este me llamó por teléfono citándome en un bar cercano a Sadaic sin decirme con quién debía cantar. Fui al Bar y de pronto apareció Atilio. Ahi me di cuenta que mi destino iba a estar ligado a ese disco y a la orquesta de Stampone. Lo casual al máximo.

—¿Cuáles son los momentos de tu carrera que sentís como cumbres?

—Mis momentos cumbre fueron la grabación con Stampone editado por Micrófon, luego por la OEA y actualmente por Sony. Otro momento cumbre fué la serie de conciertos que dí acompañado por Stampone y el bandoneón de Leopoldo Federico, en fin, la gloria. Además los recitales fueron en Ginebra y Zurich en organismos varios que dependían de la ONU; mi participación con Héctor Negro en el primer festival de tango de La Habana, junto a Pugliese, Eladia. Un momento genial.

—¿Cómo fue tu encuentro con Silvio Rodriguez en Cuba?

—En Cuba, Héctor Negro y yo charlamos bastante con Silvio. El era un hombre muy parco, más bien nos escuchó. Entre otras cosas le anticipamos los temas suyos que tenían éxito en Argentina. Para ese entonces sonaban mucho el Unicornio y La Maza. Nos escuchó con gran atención. El encuentro con Silvio fue en la embajada Argentina en Cuba.

—¿Cómo era el Polaco Goyeneche?

—El Polaco y yo trabajamos juntos durante muchos años, en Caño 14 y Café Homero. Fue mi amigo, fraternal y generoso. Me regaló un saco suyo y yo devolví el regalo componiendo un tango titulado El saco del Polaco, según mi gusto, de lo mejor que hice como autor y compositor.

—Trazá un retrato de Rubén Juárez y alguna anécdota con él.

—Rubén Juárez fue el arquetipo del cantor de éstos tiempos. También amigo y gran compañero de laburo. Era un excelente bandoneonista, extraordinario para mí. Me acompañó muchas veces en el escenario y en las recaladas del Café Homero.

—¿Estás por cantar en La Plata?

—En La Plata mis actuaciones serán varias con la gran Orquesta de Tango Norte, que dirige la bandoneonista Ana Escalada. Luego el 29 de agosto en el ciclo del Molino de Pimienta -en la cafetería del Teatro Metro-. También actuaré con el gran guitarrista Néstor Gómez, será un honor compartir escenario con este artista.

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