Ciencia

Los científicos miden la erupción en La Palma

Mientras miles de personas son evacuadas, decenas de investigadores recorren el camino contrario y se acercan al volcán para desplegar sus equipos.

Desde la primera crisis sísmica en la zona cero hasta hoy, decenas de científicos se han acercado al volcán Cumbre Vieja para desplegar sus equipos y poner en marcha sus estudios y mediciones. Así, en el preciso momento en el que miles de personas son evacuadas y suspenden los vuelos en el aeropuerto (ver página 7), los investigadores recorren el camino contrario por tierra, mar, aire y espacio, en busca de respuestas para sus preguntas: ¿cómo va a comportarse la erupción durante los próximos días?; ¿qué es exactamente lo que expulsa?; ¿a qué velocidad van las coladas de lava?; ¿pueden desprenderse sus laderas? Los análisis son cruciales para lograr dos objetivos. El primero, el más inminente, es anticipar el próximo movimiento del volcán y actuar en consecuencia. El segundo, aprender para el futuro.

“El interior del planeta sigue siendo totalmente inaccesible”, dijo el vulcanólogo Vicente Soler. “Toda la información de la constitución de la Tierra la recibimos de forma indirecta. Por eso un volcán es una ocasión única, porque es el único fenómeno natural que aporta algo que sale de su interior y permite su análisis. La toma de muestras sistemática y ordenada

de lavas y cenizas resulta de un valor

incalculable”.

Un gran punto de interés es cómo se deforma el terreno, la estabilidad de las laderas y los desprendimientos. Asimismo, algunos científicos recogen muestras de cenizas y lapilli (fragmentos de lava) para saber de qué están compuestas exactamente las “entrañas” del volcán. “Vamos a llevar un equipo de rayos X que analiza el material in situ”, explicó Ana María Alonso, directora del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC). “Le llamamos coloquialmente la pistola y puede darnos una idea de la composición del material expulsado. Esto nos puede indicar el grado de peligrosidad y el comportamiento del volcán”.

Un grupo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) acaba de instalar unas estaciones de forma permanente alrededor de la erupción, y la Unidad de Respuesta Geológica de Emergencias (URGE) del IGME solicitó el envío de drones.

El despliegue continuará en el mar, con el buque oceanográfico Ramón Margalef del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC). “No tenemos ojos debajo del océano, así que la única manera de saber si ha cambiado el terreno bajo las aguas es hacer una batimetría, una reconstrucción en tres dimensiones”, contó Eugenio Fraile, jefe de campaña. “Así comprobaremos si existen cambios significativos en comparación con estudios anteriores a la erupción, como elevaciones del terreno, fracturas, conos o colapsos”, concluyó.

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