Nació el primer bebé británico con ADN de tres personas

La gestación fue posible gracias a una nueva técnica de fertilización in vitro que fue aprobada por el parlamento en 2015.

Por primera vez en el Reino Unido, un bebé ha nacido con el ADN de tres personas diferentes a través de un procedimiento de fertilización in vitro (FIV) de última generación. Los médicos utilizaron una técnica conocida como transferencia pronuclear (PNT) para fertilizar los óvulos de la madre con el esperma del padre, antes de transferir los núcleos a los óvulos de una donante que habían sido previamente despojados de su propio ADN.

El bebé nació en un hospital del Reino Unido hace cinco meses y está sano, según informó el equipo médico a cargo. El procedimiento, que es legal en el Reino Unido, pero no en todo el mundo, fue aprobado por la Autoridad de Fertilización y Embriología Humana (HFEA) en 2015 para prevenir enfermedades mitocondriales hereditarias graves que son transmitidas por la madre.

Por el acuerdo de confidencialidad entre la clínica y las madres, no se han reportado mayores detalles. Sin embargo, tras un pedido de información, las autoridades precisaron que lograron engendrar a “menos de 5” bebés con esta técnica llamada “de tres padres (dos madres y un padre, en rigor)”. A pesar de la participación de tres personas en el proceso de gestación, el 99,8% del ADN del bebé proviene del padre y de la madre que pusieron sus gametos.

Debate abierto

La técnica ha sido objeto de polémica desde su concepción, ya que algunos científicos y grupos religiosos se han opuesto a ella, argumentando que abre la puerta a la modificación genética y al diseño de bebés a medida. La PNT también ha sido criticada por ser costosa y poco accesible para las parejas que no pueden pagarla.

Los defensores de la PNT, por su lado, la ven como una oportunidad para evitar la transmisión de enfermedades mitocondriales graves o incurables y ofrecer a las parejas la oportunidad de tener hijos sanos y genéticamente relacionados con ellos. A pesar de esto, reconocen la necesidad de una regulación cuidadosa y la importancia de un debate ético continuo sobre el uso de técnicas de modificación genética en humanos.

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