Niño platense fue apadrinado por el Presidente Alberto Fernández en la iglesia San Ponciano

Ocurrió ayer en el tradicional templo católico de 5 y 48, en donde el mandatario envió como representante al teniente coronel Jorge Gómez, para respetar la tradición y el padrinazgo al séptimo hijo varón de una familia.

Creer o reventar. Camilo Barrionuevo tiene dos años y medio. Pronto cumplirá tres. Es hincha de Gimnasia, y también el séptimo hijo varón de una familia del barrio El Frisón. Historias de tradición, leyendas y un presidente padrino de un niño platense, que ayer envió como representante a un teniente del Ejército para entregar las condecoraciones y hacer respetar la Ley de Padrinazgo.

Hace más de dos años, Belén Solís y Mauro Barrionuevo (un pintor que se encuentra ­desocupado y se las rebusca para alimentar a diez bocas, contando a él y su esposa, más otra niña que nació hace poco) se enteraron de que iban a tener otro varoncito. “¡Se viene el séptimo!”, dijeron. Unos días después cayeron en la realidad de lo que eso significaba en Argentina: el séptimo hijo varón de una misma pareja o matrimonio debe ser bautizado por el Presidente de la Nación de turno, en cumplimiento de la Ley 20.843 que sancionó el gobierno de María Estela Martínez de Perón.

Ayer, en efecto, la tradición se hizo efectiva en la iglesia San Ponciano, en donde el Presidente Alberto Fernández envió como representante al teniente coronel del Ejército Jorge Gómez, quien se encargó de entregar las condecoraciones de rigor al niño platense bautizado, además de una serie de regalos que van a facilitar su educación.

La tradición en Argentina se remonta al año 1907, cuando una pareja de rusos que había emigrado a nuestro país le escribió una carta al por entonces presidente Figueroa Alcorta, aludiendo que sentían la necesidad de respetar una vieja costumbre rusa, que indicaba que el zar solía bautizar al séptimo hijo varón de una pareja. La familia acababa de recibir la llegada de su séptimo hijo, nacido en Argentina, y tras varias semanas de espera recibieron la contestación positiva del presidente de la Nación: aceptó la propuesta y le dio inicio a la tradición.

Otras leyendas urbanas, en cambio, señalaban que el séptimo hijo varón de una pareja nacido en la zona de las pampas argentinas allá por el siglo XIX estaba destinado a convertirse en lobizón u hombre lobo. Algo que a los Barrionuevo les tiene sin cuidado, ya que el papá reconoció ante el sacerdote de la iglesia San Ponciano que auspició la ceremonia su fanatismo por Gimnasia...

“Yo soy jornalero y hago trabajos de pintura, pero ahora estoy sin trabajo. Tengo en total ocho hijos: el más grande tiene 13 y la más chiquita es una nena que la semana que viene va a cumplir un año”, explicó el padre de Camilo, el nuevo ahijado del Presidente Alberto Fernández.

Todos los hijos

Los ocho hijos de la familia Barrionuevo fueron llegando en el siguiente orden: Aramis (le pusieron así por los Mosqueteros), Valentín, Stéfano, Samuel, Santino, Jano, Camilo y Eva.

La familia vive en la zona denominada Frisón, dentro del Barrio Aeropuerto, y desde allí salen todos los días para llevar a los niños a la escuela Dardo Rocha de La Plata.

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