CIENCIA
Nuevo estudio: ¿la autofagia puede ralentizar el proceso de envejecimiento?
Un grupo de investigadores desarrolla una “polipíldora” para intervenir en los procesos de envejecimiento del cuerpo y el cerebro, y de esa manera impedir “la fase cada vez más larga de mala salud al final de la vida”.
El primero en realizar un experimento consigo mismo sobre la senescencia (campo del envejecimiento biológico) fue el médico francés Charles-Édouard Brown-Séquard, quien en 1889 se inyectó extractos de testículos de animales y luego afirmó que su estado mental y físico había mejorado.
De este hecho han pasado cerca de 150 años, pero la idea no ha perdido nada de importancia para la ciencia, ya que en todos esos años la esperanza de vida pasó de entre 40 o 50 años a ser de más de 80 en muchos lados. Sin embargo, los médicos coinciden en que la calidad de vida en la vejez no ha ido a la par con la longevidad, ya que se sufren muchos problemas y algunas veces solo es un padecimiento.
Muchas veces faltan tratamientos para las enfermedades de la senectud, cuyos síntomas pueden ser “muy debilitantes, a veces devastadores”, según Nektarios Tavernarakis, biocientífico y profesor de la Universidad de Creta, en Grecia, que estudia el envejecimiento, la muerte celular y la neurodegeneración. “Nuestro objetivo tiene que dejar de ser vivir más tiempo y pasar a lograr una mayor calidad de vida en la vejez”, afirmó el investigador, que además es coordinador principal del proyecto Macroautofagia y Neurodegeneración Necrótica en la Vejez (Manna, por sus siglas en inglés), financiado por la Unión Europea.
Primero, ocuparnos de las células
Muchos científicos depositan sus esperanzas en un proceso biológico llamado autofagia (un término que significa “comerse a sí mismo” en griego). Las células utilizan la autofagia para librarse del material tóxico, en su mayoría componentes innecesarios o dañados. A medida que envejecemos, esta tarea básica de limpieza se realiza con menos eficacia, lo cual provoca la acumulación de errores y defectos de funcionamiento que desencadenan la inflamación que causa la enfermedad y, al final, la muerte celular necrótica (o necrosis).
Hay una cantidad cada vez mayor de pruebas de que la autofagia defectuosa es el denominador común de muchos trastornos relacionados con la vejez. La necrosis contribuye a la incidencia de tumores, enfermedades hepáticas, derrames cerebrales, dolencias cardíacas y trastornos degenerativos que tienen que ver con la edad, como el Alzheimer y el Parkinson.
Linda Partridge, directora fundadora del Instituto Max Planck de Biología del Envejecimiento de Alemania, afirmó: “Vemos la posibilidad de desarrollar una sola pastilla que apunte a las vías biológicas que también influyen en la autofagia. La idea sería disponer de una polipíldora que atajara los mecanismos subyacentes que intervienen en más de una enfermedad relacionada con el envejecimiento”. Partridge es la investigadora principal de GeroProtect, un proyecto financiado por la Unión Europea cuyo objetivo es encontrar un fármaco adecuado para esa “polipíldora geroprotectora”. “No pretendemos prolongar la duración de la vida, sino resolver el problema de la fase cada vez más larga de mala salud al final de la vida”, explica. Vivir lo mismo, pero vivir mejor.