Paleovirus, las pandemias legendarias que se esconden debajo de los suelos congelados

De acuerdo a un estudio del centro ruso de Investigación Estatal en Virología y Biotecnología Vektor, la pérdida de hielo progresiva podría “revivir” el peligro de estos fósiles virales.

El coronavirus es la sexta pandemia global desde la gripe de 1918, y aunque tiene su origen en microbios transportados por animales, su aparición fue impulsada en su totalidad por las actividades humanas.

De acuerdo a un trabajo publicado por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes, por sus siglas en inglés), en la actualidad existen 1,7 millones de virus “no descubiertos, de los cuales, 850.000 tienen capacidad para infectar personas”.

A raíz de este peligro, el centro ruso de Investigación Estatal en Virología y Biotecnología Vektor, uno de los laboratorios que trabaja en el desarrollo de una vacuna contra la Covid-19, comenzó a investigar rastros de “paleovirus”, un grupo de patógenos antiguos que se encuentran bajo el suelo congelado de las regiones más remotas del planeta.

De acuerdo a lo informado por las autoridades del establecimiento con base en Siberia, los estudios estarán centrados en los restos de animales que se recuperan tras el derretimiento de la superficie, algo que podría facilitar el regreso de antiguas pandemias milenarias.


Por su parte, Maxim Cheprasov, jefe del laboratorio del Museo del Mamut de la Universidad de Yakutsk (Siberia oriental), dijo que, si bien ya venían analizando este tipo de especies, esta “es la primera vez que realizamos estudios sobre paleovirus”.

La investigación de Vektor comenzó con el análisis de tejidos extraídos de un caballo prehistórico de hace 4.500 años. Los restos fueron encontrados en Sajá-Yakutia, uno de los 22 distritos que conforman la confederación rusa. Allí ya se han descubierto restos de animales milenarios como los mamuts.

El trabajo está centrado en la pérdida de hielo del permafrost, es decir, la capa de suelo que se mantiene congelada a lo largo de los años y que se encuentra en las regiones más frías del mundo, principalmente en el hemisferio norte, en las zonas de Noruega, Siberia, Tibet, Canadá y Alaska, que se encuentran cerca del Ártico.

Se estima que el permafrost cubre aproximadamente el 20% de la superficie terrestre. Sin embargo, el aumento de la temperatura global está provocando el derretimiento de estos suelos, dejando al descubierto animales y otro tipo de organismos.

En este sentido, cabe destacar los datos de la Organización Meteorológica Mundial, según los cuales, el hielo del Ártico se está calentando al doble de velocidad que el promedio mundial. De acuerdo al organismo internacional, en junio de 2020, la región polar alcanzó una temperatura de 38°C, la más alta jamás registrada.

Esto no solo facilita la liberación de grandes cantidades de carbono a la atmósfera. También produce inestabilidad en el suelo, aumentos en el nivel de los océanos e impactos en la vida de la flora y la fauna silvestre.

“No hay un gran misterio sobre la causa de la pandemia de Covid-19. Las mismas actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgos de pandemia a través de sus impactos en nuestro medio ambiente”, explicó el doctor Peter Daszak, presidente de la ONG EcoHealth Alliance.

“Todavía dependemos de los intentos de contener y controlar las enfermedades después de que surgen, a través de vacunas y tratamientos. Escapar de la era de las pandemias requiere un enfoque mucho mayor en prevención”, agregó.

Uno de los antecedentes que refleja el peligro de estos “paleovirus” es el de la enfermedad del ántrax, causada por la bacteria Bacillus anthracis. En 2015, este virus mató a un niño y provocó la hospitalización de decenas de personas en Siberia.

Según explicaron los especialistas en ese entonces, la causa más probable era, justamente, el derretimiento del permafrost. De acuerdo a las autoridades rusas, la desaparición de estos suelos congelados terminó liberando esporas de esta bacteria, que volvió a introducirse en la cadena trófica luego de más de 75 años.

“¿Por qué ha vuelto esta enfermedad? La respuesta es el clima”, dijo Victor Maleev, vicedirector del Instituto Central de Investigaciones Epidemiológicas de Moscú. “Esos antiguos sitios de entierro de animales pueden ser peligrosos aún 100 años después”, concluyó.

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