Silvana Casali, la platense ganadora de un concurso literario sobre la cuarentena

Ejerce la docencia en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Uno de sus cuentos ganó el Primer Concurso de Escritura Viral de Narradores y Poetas en Experiencia de Cuarentena.

Silvina Casali es licenciada en Comunicación Social con orientación en Periodismo y docente en esa misma Facultad. En diálogo con diario Hoy, reveló un poco de esos detalles que la llevaron a ser una gran escritora.

—¿Cuándo comenzaste a escribir?
—Me gusta escribir desde muy chica, y en la adolescencia comenzó a ser algo cotidiano. Pero empecé a hacerlo con mayor dedicación y conciencia cuando entré a la facultad de Periodismo.

—¿Cuáles son las lecturas que considerás definitivas en tu vida?
—Lo primero “definitivo” fue una edición de los Cuentos Extraordinarios de Poe: yo tenía 12 años y no podía dejar de leer, me parecía extraño y adictivo, como cuando uno se tapa los ojos pero no puede dejar de espiar entre los dedos. Después, de adolescente, leí a Franz Kafka, y no hubo vuelta atrás. También recuerdo que en su momento me marcó El mundo de Sofía, porque me acompañó en la búsqueda de saber qué quería estudiar, qué iba a hacer después del secundario... Al tiempo descubrí a Raymond Carver y sentí que ahí estaba, era eso. En la facultad leí Corto para dos, de Marina Arias, y me dieron más ganas aún de escribir.

—Contanos del cuento que fue uno de los ganadores del concurso sobre experiencias en cuarentena...
—El cuento se llama ¿Lento el tiempo? y ganó el Primer Concurso de Escritura Viral Narradores y Poetas en Experiencia de Cuarentena, lanzado por la editorial Milena Caserola casi a la par de decretado el Aislamiento Social y Preventivo Obligatorio. La convocatoria era para escribir una obra que estuviera atravesada por el aislamiento, y podía ser en forma de ensayo, crónica, cuento (como mi caso) o poesía.

—¿El cuento lo escribiste expresamente para el concurso?
—Sí, lo escribí expresamente para el concurso, aunque la idea me rondaba desde antes. Por casualidad yo había viajado ese fin de semana largo a Mar del Plata y quedé varada en la casa de mis viejos. El cuento salió de preguntarme cómo hubiese sido pasar la cuarentena con el chico que me gustaba, y qué les estaría pasando a esas parejas que de pronto tenían que estar todo el día juntas. Y cuando me senté a escribir se me apareció la imagen de un chico y una chica que recién se conocen y deciden pasar juntos el aislamiento. Al ir narrando descubrí que el tiempo pasaba y que iba transformando esa relación.

—¿Hubo ceremonia de entrega de premio?
—Sí, hubo una presentación. Se hizo en la Plaza del Lector de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, el ventoso sábado 19 de diciembre.

—¿Qué reflexiones te suscitó todo este tiempo de aislamiento e incertidumbre?
—Como a la mayoría, lo angustiante es la situación de las personas que están más afectadas, como los desocupados, trabajadores informales o precarizados, y también los que son esenciales, como los trabajadores de la salud. No comparto la postura de los que pudiendo quedarse y trabajar desde sus casas salieron a manifestarse porque sentían amenazada su libertad de expresión. Y eso me recuerda la promesa de un mundo mejor y las tapas compartidas con el titular “Al virus lo frenamos entre todos”. Me da vergüenza porque por un momento lo creí. Pero no hay caso con la mezquindad de los de siempre.

—Contanos del Litin, ¿cuál es el papel que cumplís y cuál es la tarea que se proponen?
—El Litin (Laboratorio de Ideas y Textos Inteligentes Narrativos) es un espacio extra curricular de escritura ficcional que brinda la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, junto con el Laboratorio de Escritura Creativa I, donde soy docente. En estos espacios intentamos que los estudiantes encuentren su propia voz narrativa, y para eso pensamos a la literatura no tanto como producto de la inspiración extra-terrenal (porque esa mirada suele paralizar la escritura), sino como un oficio, una forma de buscar y encontrar la mejor manera de contar algo que nos atraviesa y volverlo atractivo para el resto.

—¿De qué escritores platenses te sentís compañera de camino?
—En La Plata hay una comunidad fuerte y diversa, desde ya que son muchos más de los que yo pueda nombrar acá. Los primeros que se me vienen a la mente son Francisco Magallanes y su libro de cuentos Los impuntuales, con personajes que transitan la ciudad; Alejandro De Angelis, con su novela Hiper y su tesis-diario de escritor donde cuenta todo el proceso de escritura.

También me gustan Paula Tomassoni, Cintia Rogovsky, Carlos Ríos, sigo de cerca todo lo que escriben. Y admiro a Marina Arias, platense por adopción. La saga de sus novelas es imperdible (Neoprene, Mochila, Bondi, Fioruchi) y también lo son sus cuentos. En cada cosa que escribe logra capturar, por un instante, ese algo de la condición humana.

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