cultura
Un enigma llamado Guillermo Patricio Kelly
Algunos lo acusaban de ser un hombre de la CIA, otros decían que apenas era un espía de cabotaje. Lo cierto es que protagonizó episodios que han pasado a la historia.
Nieto de irlandeses, su audacia lo llevó a empresas increíbles. Guillermo Patricio Kelly contó alguna vez que se incorporó a la política después del 4 de junio de 1943, cuando escuchó en la calle el grito de “patria sí, colonia no”, y desde esa fecha –insistía– no paró un segundo de luchar por su país, que era también luchar por sí mismo. Un par de años había contemplado a un grupo de nacionalistas que propugnaban derribar a la oligarquía tomando el poder. Kelly trabajaba en una fábrica de envases de cartón e imprenta, y le avisaron que su mujer iba a dar a luz. Fue a buscar su auto para ir al sanatorio y se topó con una feroz manifestación: “Me gustaban las consignas; no gritaban pidiendo pan o techo –cosas que ya tenía–, sino que eran bien nacionalistas”. Se unió inmediatamente a los manifestantes, se peleó con la Policía y terminó siendo uno de los presos. Tardó nueve días en salir en libertad. Era solo el comienzo de su vida militante.
Después de la movilización del 17 de octubre de 1945, decidió pasar por el local de la Alianza Libertadora Nacionalista y afiliarse. En la lucha interna que sobrevino, intentó derribar dos veces a Ramón Queraltó: la primera vez, en 1951, fue preso, y la segunda, en 1953, lo consiguió. Se puso al frente y desde allí hasta el golpe de 1955 fue el responsable de la agrupación, cambiándole el nombre y bautizándola Alianza Popular Nacionalista. Kelly no concebía al peronismo sin ideología nacionalista.
A partir de la llamada Revolución Libertadora, llegarían años barridos por un vendaval de muerte y cárcel. Un mes después del golpe, Guillermo Patricio Kelly fue puesto tras las rejas de la Penitenciaría Nacional. Recién a los 17 días lo sacaron de la celda y lo llevaron delante de un juez, con personal militar apuntándolo. Lo primero que le preguntó el magistrado fue: “Dígame, asesino, ¿cómo degolló a los dos oficiales que fueron a parlamentar?”. Kelly se rio y enseguida lo desmayaron a culatazos. Cuando se recuperó, le volvieron a hacer la misma pregunta. Les aclaró que había sido detenido fuera del local de la Alianza, y que no había habido negociación, sino la cobardía militar de cañonear con un tanque Sherman a las pocas personas que estaban allí. De la Penitenciaría, junto a John William Cooke, José Espejo y otros 15 militantes peronistas, fue a parar al penal más recóndito y siniestro de nuestro país, el de Ushuaia.
Fueron 11 meses y 27 días. Su padre había ejercido funciones en el hospital de la base naval de ese lugar, que era conocido como “la Siberia argentina”. Su padre, de origen irlandés, fue el primero que llevó vacas al lugar, hizo un tambo y, ya en 1933, hizo denuncias por el pésimo trato a los presos políticos, por lo cual se procesó a 119 celadores. En el penal de Ushuaia, Guillermo Kelly vivió una experiencia verdaderamente traumática y aprendió que los carceleros, sean militares o del Instituto de Penales, al cumplir esa misión eran siempre los seres más despreciables de cualquier sistema. Cuando quiso saber la razón por la que lo tenían encerrado allí, le contestaron que era por ser el jefe de las fuerzas de choque del peronismo y por haber quemado el Jockey Club y la Casa Radical. Él decía que nada de eso era cierto. Finalmente, de Ushuaia se escapó a Chile con quien luego sería presidente de la República, Héctor Cámpora. Ambos huyeron disfrazados de monjas.
Kelly volvió a escapar de otra cárcel en el país trasandino –una vez más, disfrazado de mujer–, y en los años 60 editó el periódico Marchar. Para esos años abjuró de su pasado antisemita y llegó a decir que nunca lo había sido. Cuando le consultaron cómo se definiría políticamente, advirtió: “Si me quieren catalogar como un peronista nacionalista independiente, les digo que es cierto. Pero prefiero ser un francotirador nacionalista independiente, aunque le diría que, más que nacionalista, me considero un hombre de la idea nacional”.