cultura

Un poeta esencial del tango

Homero Manzi es autor de algunas de las mejores letras de nuestra música popular, pero además fue guionista de cine, periodista y militante político.

Añatuya es un empalme ferroviario, cabecera del departamento General Taboada, en Santiago del Estero. Un pueblo que, a comienzos del siglo XX, se reducía a un caserío y algunas estancias. Allí nació, el 1° de noviembre de 1907, Homero Nicolás Manzione. A él le debemos letras de tangos que pueden ser leídas como lo que son: poemas. Malena, Sur, Barrio de tango, Che bandoneón, Romance de barrio, Ninguna, Fuimos, por solo nombrar algunas de sus ­creaciones.

Llegó a Buenos Aires cuando tenía siete años. Vino junto a su madre y sus siete hermanos. Se radicaron en el barrio de Pompeya, que quedaría en “Sur” para siempre ligado a las inundaciones. Era un lugar alejado del centro y con una fuerte impronta rural. Estuvo pupilo en el Colegio Luppi, desde el cual se veía “la esquina del herrero”, “Centenera y Tabaré”, y en las vías del tren “el farol balanceando en la barrera”. Todo el paisaje de su niñez quedó para siempre incorporado a su poesía.

Homero Manzi fue uno de los reinventores de la milonga porteña. En dúo con Sebastián Piana, compuso Milonga del 900, Milonga triste y Milonga sentimental. Es un tipo de milonga diferente, no campera —como la pampeana o la de llanura de Buenos Aires—, sino suburbana y emparentada con el tango.

Muchos indicios apuntan a que el tango Malena, está inspirado en la cantante Nelly Omar. Se conocieron en 1938, en Radio Splendid. Manzi escribía el libreto de un programa y leía las glosas. Se gustaron desde el primer día. Durante cinco años, él la cortejó. Ella estaba embarcada en un matrimonio que había comenzado a hacer agua. Nelly Omar cuenta que la presencia de Homero Manzi aceleró su divorcio: “Estuvimos juntos desde entonces hasta su muerte, pero nunca convivimos, por más que planeamos varias veces casarnos por México o por Montevideo. Ya habíamos decidido comenzar nuestra vida en común, a pesar de que Homero sufría por miedo a hacerle mal a su hijo, al que quería muchísimo”. No fue una relación tersa, sino tajeada por varios desencuentros. Cada vez que se separaban, él le escribía un tango. Así nacieron Solamente ella, Torrente y Después. Todos sus amigos sabían que ella era la destinataria de esos versos. Y al cabo de un tiempo, volvían a reunirse.

Era hincha fervoroso de Huracán, burrero empedernido, periodista, profesor de castellano e historia, guionista de radio y cine —codirigió algunas películas—, fervoroso militante que integró Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) y llegó a ser, durante dos períodos, presidente de Sadaic. No llegó a recibirse de abogado ­porque el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 lo expulsó de la Facultad de Derecho por su militancia política, compartida con quien sería uno de sus grandes amigos, Arturo Jauretche.

Participó en algunas de las principales películas argentinas, como La guerra gaucha, escrita en colaboración con Ulises Petit de Murat; El último payador, con Hugo del Carril; Pampa bárbara, película estrenada nueve días antes del 17 de octubre de 1945; y Escuela de campeones, que recrea la historia del club Alumni. Homero Manzi, en 1942, fue uno de los fundadores de Artistas Argentinos Asociados, junto a Enrique Muiño, Angel Magaña y Francisco Petrone, entre otros.

Escribió en la revista Micrófono y fue uno de los directores de Radiolandia; además de escribir para el diario Crítica y las revistas Ahora y Línea. Tuvo la osadía de hacer, en una nota, algunas observaciones críticas al máximo cantor de la historia del tango: “Gardel es un gran artista sin ningún control de sus condiciones ni de su destino. Vive y triunfa con la complicidad de Dios, porque él ha hecho todo lo posible para dificultarse el éxito. Su primera película, Luces de Buenos Aires, es una cosa absurda”.

Homero Manzi murió de cáncer a los 43 años. Fue el 3 de mayo de 1951. Responso es el tango instrumental con el que Aníbal Troilo le dijo adiós. Meses antes de morir, había comenzado a trabajar en El baile del internado, el guion de una película que iba a protagonizar Hugo del Carril y que finalmente no se filmó.

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