cultura

Una de las mayores arqueólogas del siglo veinte

Jeanne Deulafoy hizo excavaciones que permitieron encontrar restos muy valiosos de culturas pretéritas, pero además fue escritora, socióloga y periodista.

Acompañó a su marido a Persia, durante las tres expediciones que-de 1881 a 1886- condujeron al descubrimiento de los palacios de Darío y de Jerjes. Tras haber etiquetado y fotografiado las piezas recuperadas, las reunió en 275 cajas. Entre las obras, que se transportaron con enorme dificultad y muchos peligros, figuraba el célebre “Friso de los Arqueros”, hoy en el museo Louvre. A partir de 1914, Dieulafoy comenzó a dirigir sus propias excavaciones, con la particularidad de que en el transcurso de sus viajes había adoptado indumentaria masculina.

"¿Ese dulce chico es una mujer?", le preguntó el shah de Persia al coronel Dieulafoy, quien estaba en sus tierras para hacer excavaciones arqueológicas. "Ciertamente, su majestad", le respondió el francés, "es madame Dieulafoy, mi querida esposa". Más allá de la anécdota, Jeanne Dieulafoy llamaba la atención por otras razones, particularmente por sus talentos, y se ganó la admiración de muchos como autora, exploradora y arqueóloga, al punto que el diario The New York Times la describió como "la mujer más notable de Francia y quizás de toda Europa" en su obituario en mayo de 1916.

Nacida en Toulouse en 1851, fue educada en un convento cercano a París hasta que, en mayo de 1870, se casó con el ingeniero civil Marcel-Auguste Dieulafoy. Para la mayoría de las mujeres de su época y clase, la descripción anterior, seguida por un poco más de información sobre el número de hijos que tuvo y quizás uno que otro detalle más, habría resumido sus vidas. En el caso de quien desde ese momento se convirtió en Jane Dieulafoy, eso fue sólo el inicio.

Jeanne y Marcel compartían un gran apetito por el saber y la exploración, y desde el principio acordaron que el suyo era un matrimonio de pares. La primera prueba a esos votos llegó tres meses más tarde, cuando estalló la guerra franco-prusiana. Marcel se alistó como capitán de ingenieros y Jane no se conformó con quedarse en casa esperándolo. Estaba decidida a acompañarlo pero no tenía ninguna intención de asumir el único papel permitido a las mujeres en la guerra: aquel de las cantinières, que le llevaban comida y agua a los soldados.

Su vocación como escritora se hizo evidente tras revelarse como una talentosa narradora, graciosa y perspicaz. Sus libros sobre la expedición fueron éxitos de ventas. Con el tiempo, fue admirada también como socióloga y periodista, así como autora de ficción, y hasta libretista de una ópera creada por el destacado músico francés Camille Saint-Saëns, basada en su novela "Parisátide" sobre la antigua reina persa.La Academia Francesa celebró varias de sus obras pero Dieulafoy no recibió premios literarios, pues no eran permitidos para mujeres, hasta que, en 1904, 22 escritoras, ella incluida, fundaron el Prix Femina. Lo que sí recibió fue la Legión de Honor, uno de los más altos galardones de la nación francesa, después de que ella y Marcel cumplieron con su propósito de regresar a Susa, en 1884.

En total, realizó un tour de escala planetaria que incluyó Marsella a Atenas, Estambul, Poti, Erevan, Jolfā, Tabrīz, Qazvīn, Teherán, Isfahan, Persépolis, Shiraz, Sarvestān, Fīrūzābād y Susa a través de Būšehr y Mesopotamia. En el transcurso del periplo, Janne registró en diarios repletos de valiosas ilustraciones, fotografías y ricas descripciones de lugares poco conocidos producto de su fascinación por… todo: desde la historia y arqueología, hasta las artes, arquitectura y artesanía; desde la etnología y el folclore, hasta la geografía, la economía y la política.

Sus últimos años los dedicó sus días a excavar y restaurar la Mezquita Hassan, así como a ayudar en el cuidado de soldados heridos. En medio de las insalubres condiciones de los hospitales, Jane contrajo disentería amebiana. Murió por esa causa a los 65 años en 1916. Marcel murió víctima de la misma dolencia 4 años más tarde.

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