cultura

Una murga militante

Falta y Resto es una de las agrupaciones carnavaleras más emblemáticas del Uruguay, firme en su vocación de denuncia y celebración popular.

Los argentinos conocimos en vivo a Falta y Resto cuando vinieron a tocar por primera vez en 1983 -cuando todavía en Uruguay había dictadura-. La murga ya tenía tres años de historia, y con las letras de Raúl Castro, apodado “Tinta Brava”, ondeaban en los tablados uruguayos sus cantos retobados de libertad. En Argentina confirmaron que la murga, como género, va más allá de la idiosincrasia montevideana y echa raíces en todos los lugares donde los barrios se mantienen como lugar de pertenencia.

La murga surgió en 1980 en un barrio montevideano al que dio nombre el inmigrante italiano Juan Bautista Capurro. El factótum de ese grupo carnavalesco es, desde siempre, Raúl Castro, un poeta popular nacido el mismo año del Maracanazo: 1950. Desde su altura de álamo delgado, ve el mundo con un humor corrosivo, entrecruzado por hebras de tierna compasión. Escribió su primera letra a los 7 años, para la murga de su barrio. Se hizo poeta por motivos de fuerza mayor: la murga quería cantar letras propias y no había quien las hiciera. Eso que nació como juego terminó convirtiéndose en oficio. Cuando llegó la dictadura, las murgas tenían que presentar las letras a un comité de censura. Más de una vez, Raúl Castro salía de esa oficina con sus escritos llenos de tachaduras. Un día, llegó al boliche, y uno de sus amigos, el Milonga, le dijo: “Y qué querés flaco, si andás con la tinta brava”. Esa misma noche adoptó el nombre artístico que lo acompaña hasta hoy.

Con el rostro pintado de rojo, blanco y negro, van al frente con sus canciones de desparpajo, emoción y afilada ironía política. Lo suyo es una comedia musical política. Dice Raúl Castro, el líder de Falta y Resto: “La murga, como género, trata de reflejar y transformar la realidad en alegría, desde la ironía, la sátira y el buen humor. Pero en alegría consciente y de ojos abiertos, no en una alegría pasatista. Para eso es necesario que toque los temas de actualidad y todos ellos están imbuidos de su carácter político: desde los sociales hasta los de entretenimiento”.

El humor impide que haya bajada de línea o discurso melodramático. Abre el corazón a la gente a través de la risa. Logra que lo trágico se pueda asimilar de otra forma. El humor, precisamente, les ayudó a eludir en parte la censura de la dictadura: “Nosotros teníamos una prohibición muy estricta; en los primeros años nos censuraban prácticamente toda la letra. Teníamos que decir, más que nada, por las músicas utilizadas, y por suerte nos las ingeniamos para hacer algunos temas, algunos cuplés (pasos de comedia de la murga) que, sin aludir directamente, estaban hablando de todo eso. Por ejemplo, hicimos un cuplé que hablaba de la censura sin hablar, hablaba de una murga que no existía, y que a pesar de no existir había sido censurada porque los censores decían que la murga solo tenía que hacer reír”.

En 2018 Falta y Resto decidió convertirse en un coro paritario: igual cantidad de voces masculinas y femeninas. Si lo hubiera hecho una murga nueva, no hubiera llamado la atención, pero se trataba de una de las murgas más tradicionales. El coro paritario movió todos los cimientos. Uno de los temas que cantaron en esa temporada estuvo dedicado a los movimientos feministas de América Latina. Se convirtió en el tema más difundido de la murga en toda su historia.

Falta y Resto es una murga orgullosamente embanderada con los derechos humanos. Desde los tablados denunciaron la desaparición de Elena Quinteros, una maestra y militante anarquista que fue secuestrada por la última dictadura cívico-militar uruguaya. Raúl Castro piensa: “Es una de las cuestiones que la dignidad de estos dos pueblos todavía se debe: la aclaración total de tantos crímenes, la revelación del por qué y el cómo, no sólo para los familiares de los detenidos y desaparecidos, sino para los niños que vienen, para el futuro de los países. Además, un pueblo que vive sin una justa y equitativa distribución de la riqueza y de las oportunidades es un pueblo que no tiene los derechos humanos desarrollados como yo creo que debería. La mejor manera de mirar para adelante es cuando uno ya ha asumido todos sus propios errores”.

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