Los militares de Myanmar apuestan a la represión

Tras el golpe contra Suu Kyi se desató una brutal represión contra las protestas en distintas ciudades.

Las miles de muertes registradas en Myanmar tras el derrocamiento en febrero del gobierno de la líder Aung San Suu Kyi constituye una señal de alarma sobre la situación que vive ese país del sudeste asiático, investigado por el genocidio de la minoría musulmana rohingya.

La cifra de 1.001 muertos fue difundida esta semana por la Asociación para la Asistencia a Presos Políticos (AAPP), una organización de Derechos Humanos con sede en Tailandia.

Después del golpe militar, Suu Kyi, de 76 años, premio Nobel de Paz en 1991 y exconsejera de Estado, permanece en prisión domiciliaria, mientras afronta un juicio por sedición, entre otras causas.

No solo Aung San Suu Kyi fue arrestada, sino también el expresidente Win Myint, que sigue preso junto a otros miembros del partido de la Liga Nacional por la Democracia (LND), que gobernó en su momento.

Si bien los militares justificaron el levantamiento del 1° de febrero aludiendo que hubo un “fraude electoral”, estas denuncias fueron rechazadas por el secretario general de la ONU, António Guterres.

El 1° de agosto, el jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y líder del golpe de Estado, Min Aun Hlaing, reiteró en un discurso su promesa de realizar elecciones en 2023.

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