El Gobierno refuerza el cerco informativo en Casa Rosada

La administración libertaria impone nuevas trabas al trabajo periodístico en Casa Rosada y profundiza las restricciones al acceso a la información.

En la Casa Rosada, el acceso a la información parece cada vez más restringido. Esta semana, periodistas acreditados fueron desplazados de su lugar de trabajo por personal de Casa Militar. El hecho, sin precedente en tiempos democráticos, ocurrió durante dos reuniones clave encabezadas por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el ministro de Economía, Luis Caputo.

Los incidentes

El primer hecho sucedió durante una cumbre con gobernadores. A pesar de tratarse de un evento de alto interés público, los trabajadores de prensa fueron notificados por agentes de seguridad que no podían permanecer en el Patio de Palmeras, punto estratégico de observación. Más tarde, en otro episodio, los periodistas fueron directamente cercados y expulsados del primer piso mientras aguardaban información informal de funcionarios.

Un control cada vez más cerrado

El operativo no fue casual. Según fuentes internas, las órdenes fueron impartidas por Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y figura clave del oficialismo. La hermana del Presidente Javier Milei dispuso custodias permanentes en sectores antes abiertos a la circulación periodística, en particular frente al despacho del asesor presidencial Santiago Caputo.

La lógica del Gobierno libertario es clara: blindar sus movimientos y evitar filtraciones. Pero en ese afán, limita el trabajo de periodistas que, con oficio y persistencia, buscan informar lo que pasa dentro de Casa Rosada. Así, a la ya habitual retórica del desprecio presidencial hacia la prensa, se suma ahora un esquema de seguridad que busca acallar la mirada incómoda.

La restricción al trabajo periodístico no sólo implica una medida operativa, también tensiona principios básicos del sistema democrático. En una gestión que se define como defensora de la libertad, limitar el acceso a la información no solo genera sospechas, también debilita derechos fundamentales.

De esta manera, con un Gobierno que tiene a la libertad como su mayor estandarte, resulta paradójico que el periodismo, pieza clave de cualquier democracia, enfrente barreras cada vez más explícitas. Negar el acceso a la información, desalentar la permanencia de la prensa y blindar los espacios de poder, solo empobrece el debate público.

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