El “Ministerio de Propaganda” de la Gestapo macrista

La Gestapo antisindical del gobierno de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal, para poder llevar a cabo sus tareas, tuvo el apoyo fundamental de ciertos medios de comunicación afines. Claramente no alcanzaba con la manipulación de la Justicia ni con la utilización de los servicios de inteligencia: necesitaban instalar el tema en la opinión pública.

Medios como La Nación, Infobae, Perfil, El Día, el Grupo Clarín y el Grupo América resultaron cómplices de la persecución contra sindicalistas y opositores. Cumplieron un rol indispensable para que el ataque contra los derechos de los trabajadores pudiese avanzar: instalaron en la agenda mediática el tema con el propósito de convencer a la opinión pública de que los dirigentes sindicales eran “malos” para la sociedad. En síntesis, fueron completamente funcionales al terrorismo de Estado macrista.

Fueron medios de propaganda. De la misma manera que la propaganda fue el método coordinado del Partido Nazi para influir en la opinión pública alemana.

El caso del ingeniero y sindicalista Marcelo Balcedo tuvo sus particularidades. Desde el momento de su detención, estos medios intentaron mostrarlo como un gremialista que se enriqueció por el “supuesto robo” a su gremio, el Sindicato de Obreros y Empleados de la Minoridad y la Educación (Soeme), ocultando información clave que conocían perfectamente pero que no era conveniente a su discurso: Marcelo Balcedo es fundamentalmente un empresario que toda la vida se dedicó a trabajar en los medios de comunicación que le pertenecen, el diario Hoy, la Red 92 y otras 15 radios más. De esta forma construyeron una mentira con tintes de escándalo y realizaron cientos de informes manifestando que era “inexplicable“su fortuna, que no había manera de justificarla.

Todo fue parte de la misma estrategia antidemocrática basada en la mentira.

LeerLa persecución a los gremios y la detención de Marcelo Balcedo

La lucha por la libertad de expresión

El ingeniero Marcelo Balcedo no era una figura menor en el mundo de los medios de comunicación. Llevó adelante dos batallas fundamentales, en defensa de la libertad de expresión de los medios de comunicación independientes, que cambiaron radicalmente el escenario en el país.

La primera de esas batallas fue la distribución de pauta publicitaria oficial, logrando fallos que terminaron con la manera discrecional de utilizar los fondos del Estado a la hora de repartir esa pauta entre los medios. La segunda lucha importante fue la que le dio paso a la ley que cambió la regulación de la venta de diarios y revistas en el territorio nacional. Estas dos grandes batallas se transformaron en hitos que no pueden jamás haber pasado desapercibidos, ya que el ingeniero Balcedo mantuvo infinidad de encuentros para discutir estos temas con grandes empresarios de medios argentinos como Jorge Fontevecchia, Daniel Vila o Luis Saguier.

Sin embargo, en los medios de propaganda nadie quería mencionar que el ingeniero Balcedo es dueño de un diario y de 16 radios. Y los periodistas que trabajan en TN (que fueron empleados del diario Hoy) parecían haberlo olvidado.

En La Plata hay dos medios gráficos de distribución masiva que compiten hace casi 30 años: el diario Hoy y El Día. Raúl Kraiselburd, dueño de El Día, acusó a Balcedo de las mayores mentiras, intentando instalarlo como un sindicalista corrupto, pero ni una sola vez en cuatro años hizo referencia a que era el empresario que le había quitado el monopolio mediático en la ciudad y que lo había relegado de su posición de medio de comunicación líder.

Leer: El paso a paso de cómo se armó la detención del ingeniero Balcedo

Mentiras que no alcanzan

Se han dicho infinidad de barbaridades sobre el ingeniero Balcedo y su fortuna. Pero, como todas las mentiras, no son eternas. Sabían que no iban a poder sostener en el tiempo la versión de que su fortuna era producto del desvío de fondos de su sindicato. Había dos hechos que tiraban ese argumento por la borda.

El ingeniero Balcedo condujo el Soeme solo durante cinco años. La suma de los ingresos totales del gremio durante ese período no alcanzaba ni la mitad de su patrimonio, mientras que sus bienes y propiedades habían sido adquiridos antes de su ingreso al mundo sindical.

Así fue como nació el “narcosindicalista”.Germán de los Santos, periodista de La Nación, instaló la versión de que la banda “Los Monos” lavaba plata a través del Soeme. No fueron solamente notas periodísticas; esta fábula también fue parte de un libro. Necesitaban ensuciar el origen del patrimonio de Balcedo. Esa “investigación periodística” se transformó en denuncia. La Justicia Federal de Rosario llevó adelante las investigaciones. No había manera de probar lo que se denunciaba, era absurdo.

La causa se desestimó: la Justicia comprobó que no había ningún vínculo entre Balcedo y “Los Monos“. Un elemento fundamental fue el que surgió de la causa que el juez Alejo Ramos Padilla llevaba en Dolores contra el falso abogado Marcelo D’Alessio. Los informes sobre las pruebas que realizó la Comisión Provincial de la Memoria, dirigida por el Premio Nobel de La Paz, Adolfo Pérez Esquivel, revelaron cómo D’Alessio operó con los servicios de inteligencia para involucrar al ingeniero Balcedo con “Los Monos”, inventando una supuesta relación entre la banda y el secretario privado del conductor del Soeme.

No hace falta aclarar que estos medios “de propaganda” jamás informaron cómo terminó resuelta esa falsa denuncia, así como nunca convocaron al ingeniero Balcedo para darle un derecho a réplica. No podían darle lugar para que hable; la mentira se hubiese terminado.

Esto que aquí contamos es solo una pequeña muestra de la forma en que ciertos medios hegemónicos en la Argentina han sido parte del terrorismo de Estado macrista. No es la primera vez que ocurre: gran parte de estos medios ya habían sido cómplices del último golpe cívico-militar contra nuestra democracia.

En 1971, en un fallo histórico sobre la libertad de expresión, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos resumió en una frase el deber de los medios de comunicación: “La prensa debe servir a los gobernados, no a los gobernantes”. Lamentablemente en nuestro país, muchos se han desviado de ese camino.

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