OPINIÓN
El peligro de la tormenta perfecta
A. Balcam
Dirigente del gremialismo del PJ
Lamentablemente, pensaba que la apasionante tarea de volver a escribir en el diario Hoy se iba a dar recién el año que viene. Pero lo que pasó ayer me generó la urgente necesidad de expresarme de forma anticipada.
Hace dos años, la mayoría de nuestros compatriotas votaron mayoritariamente por el cambio. Y este gobierno tiene el aval de las urnas para conducir los destinos del país. Pero ello no puede implicar, bajo ningún concepto, una carta en blanco que signifique meterle la mano en el bolsillo a uno de los sectores sociales más postergados, como son los jubilados. Y no solo me refiero a los beneficiarios de la Anses, sino que también están en riesgo los recursos del Instituto de Previsión Social de la Provincia de Buenos Aires.
Fueron realmente lamentables las imágenes de ayer, las cuales mostraban personas violentamente castigadas por las fuerzas de seguridad frente al Congreso nacional. Lo ocurrido no fue un hecho que debe ser tomado aisladamente. Es la consecuencia de una política económica basada en la bicicleta financiera y en la destrucción del aparato productivo que lleva décadas en nuestro país. Y que se agudizó en los últimos años, llevando a que nuestras economías regionales estén con la soga al cuello a lo largo y ancho de la Argentina. Actualmente, a todo aquel empresario o industrial que cuenta con algún capital para invertir le conviene comprar Lebac, aprovechando las exorbitantes tasas de interés, en lugar de apostar a la producción y a la generación de puestos de trabajo genuinos.
Si bien el Gobierno nacional es el máximo responsable de esta situación, no es el único. Los gobernadores provinciales de Cambiemos y del PJ, que transaron y acordaron el proyecto de reforma provisional con el macrismo, también deberían dar explicaciones. Todos ellos decidieron bajarse los pantalones, atraídos con promesas de recibir algunas dádivas del Estado nacional que, precisamente, se planificaban pagar con parte de los recursos que ahora se le pretende quitar a los jubilados.
La mayoría de los gobernadores nada hicieron para intentar poner en marcha cada una de las economías regionales en sus provincias. Todos ellos avalaron la continuidad de una salvaje política de ajuste que se complementa con salarios bajos, exorbitantes aumentos en los precios de los combustibles, tarifazos e impuestos regresivos que castigan a todos los que buscan darle valor agregado a nuestra alicaída economía.
De seguir por este camino, nos encaminamos a una tormenta perfecta, de resultados imprevisibles. Pero no todo está perdido: en nuestro país aún existen los anticuerpos necesarios para enderezar el barco. Y para ello es necesario el aporte de todos los sectores realmente comprometidos con el interés nacional”.