“Es fundamental que no prosperen discursos violentos”
Pérez Manrique remarcó que “los actos de violencia no son admisibles en una sociedad democrática”.
Así lo manifestó el presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ricardo Pérez Manrique, quien aseguró que la pandemia demostró la necesidad de fortalecer el multilateralismo.
En esa línea, advirtió que “la tendencia a ciertos nacionalismos exacerbados llevó a la degradación de la gobernanza global” y por tal motivo subrayó que es “fundamental que no prosperen los discursos violentos” en el debate político.
“La representación tradicional está en crisis y es sustituida por formas de creación de consenso y de llegada al poder político que generan tensiones”, destacó el jurista uruguayo, quien desde enero preside el tribunal del que forma parte desde 2018.
Pérez Manrique remarcó que “los actos de violencia no son admisibles en una sociedad democrática” y consideró necesario alcanzar “acuerdos de mínima” para evitar mensajes violentos en las redes “sin generar un efecto de censura”.
Al ser consultado por la forma en la que se inscribe el debate sobre los discursos de odio, el presidente del organismo señaló: “El tema debe ser analizado de una manera muy concreta, porque la propia Convención Americana dice que hay discursos que no son protegidos por los derechos humanos. El artículo 13 dice que cuando un discurso es violento e incita a la violencia se considera un discurso de odio y no protegido”.
Asimismo, advirtió que “la reflexión tiene que ver con la idea de la democracia como un sistema en el cual las diferencias se resuelven de manera pacífica. La política debería ser el ámbito del debate público; si se convierte en un centro de enfrentamiento que no es capaz de solucionar sus propios problemas, se termina judicializando todo. Y se pone en manos de los jueces causas que tienen en sí un altísimo voltaje político”.
Respecto al consenso democrático, Pérez Manrique indicó que “hay un problema para las democracias que es la crisis del concepto de representación tal como estaba concebido clásicamente. Hay un divorcio entre las instituciones democráticas y lo que la gente aspira a que sea un verdadero funcionamiento democrático. Uno de los desafíos del sistema es ver de qué manera se articula esta participación, porque la crisis de representación ha barrido con los partidos políticos tradicionales”.