La reactivación será un factor de peso para las elecciones en la Provincia

Los números de la economía bonaerense siguen apuntando a una mejoría firme tras el primer año de pandemia. La actividad crece, la industria se expande y las exportaciones baten récords. Disuelto el conflicto por las clases presenciales, la recuperación podría definir la puja electoral en el territorio de Axel Kicillof y confirmarlo como presidenciable.

Hubo un tiempo en que ser Axel Kicillof se habrá parecido a una pesadilla. Más precisamente, hace un año y tres meses. Al frente de la provincia más poblada del país, aquejada de males estructurales y en una situación compleja desde todo punto de vista, el gobernador de Buenos Aires habrá sentido que la pandemia de Covid-19 era una maldición que alguien le enviaba desde círculos infernales.

A los problemas ya sabidos se sumaba una crisis sanitaria sin precedentes, que amenazaba con borrarlo todo, que obligaba a elegir entre la vida y la economía, entre los compromisos adquiridos y las deudas necesarias, entre el deber de cuidar a los ciudadanos y la necesidad de retenerlos como votantes...

Hoy la situación es distinta. Promediando el año y con las elecciones legislativas cada vez más cerca, el mandatario bonaerense parece estar en posesión del timón. El proceso de vacunación, que se aceleró notablemente, le permitió neutralizar una de las críticas más fuertes de la oposición (el reclamo por la vuelta a la presencialidad en las escuelas) y, ahora que la economía ha pasado a primer plano, los números resultan alentadores.

Por ejemplo, y tal como lo informó diario Hoy días atrás, en el primer cuatrimestre de este año las exportaciones bonaerenses no solo superaron las del mismo período de 2020 (afectado en su tramo final por la pandemia), sino que marcaron el primer mejor cuatrimestre de los últimos ocho años. Un récord que sirve como botón de muestra de la marcada recuperación que se está dando en la Provincia.

Un eslogan memorable

Entre las lecciones más estudiadas del marketing político hay una tan notable que no solo la conocen los expertos, sino también el público en general. Es la frase con la que James Carville, asesor de campaña de Bill Clinton, le abrió el camino a la presidencia. “La economía, estúpido” es el eslogan gracias al cual logró vencer a George Bush.

La fórmula es válida en otras latitudes. Porque la contienda electoral inminente no se reduce a los escaños que cada partido pueda ganar en las cámaras legislativas. Como siempre sucede, las elecciones de medio término funcionarán como un preludio de la batalla que se peleará en 2023: la batalla por la presidencia.
Y Kicillof sabe que, si juega bien sus cartas, su nombre podría quedar en la historia como el de uno de los ocupantes del sillón de Rivadavia.

Llegar a los comicios con la Provincia en franca reactivación será un factor de peso, quizás determinante.

Al mencionado récord exportador se suma el incremento del nivel de actividad, que fue del 4,5% en el primer trimestre de 2021, luego de un año y medio de caída (como lo informó este multimedio en su edición de ayer). O el crecimiento de la industria manufacturera, que en marzo pegó un salto del 33,3% respecto del mismo mes del año anterior, según informó el Ministerio de Hacienda y Finanzas bonaerense, que encabeza Pablo López.

Cuestión de actitud

Pero no solo es cuestión de datos, sino también, y quizás fundamentalmente, una cuestión de actitud, como diría Fito Páez.
En lo relativo a la economía provincial y también en otros ámbitos, Kicillof se muestra proactivo, marcando el ritmo, imponiendo agenda. Presentó, hace pocos días, el ambicioso Plan Bonaerense de Desarrollo Rural, y, lejano a todas las especulaciones sobre Pfizer sí o Pfizer no, avanzó en negociaciones para la compra de vacunas contra el coronavirus, destinadas a reforzar los cargamentos que consigue por sí el Gobierno nacional.

Una victoria electoral contundente en la mitad de su mandato acabaría de posicionar a Axel Kicillof entre los principales competidores por la presidencia en 2023. El gobernador lo tiene claro, y la impronta que le está dando a su administración hace pensar que la Casa Rosada quizás sea el lugar al que quiere llegar.

Una batalla simbólica

Es posible que las figuras de Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta hubieran acabado enfrentadas simbólicamente en cualquier otra circunstancia, pero lo cierto es que la irrupción de la pandemia los puso en un contraste particular, como dos polos opuestos. 

Noticias Relacionadas