Mafia de la efedrina: Aníbal Fernández más complicado

Martín Lanatta, uno de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez, fue interrogado por la jueza federal María Servini de Cubría en la cárcel de Ezeiza. El recluso confirmó que el ex Jefe de Gabinete del gobierno K es “La Morsa”, autor intelectual de la masacre

Martín Lanatta, uno de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez, ratificó en la cárcel de Ezeiza  a la jueza federal María Servini de Cubría las imputaciones contra el ex jefe de Gabinete del kirchnerismo Aníbal Fernández por la presunta autoría intelectual de aquellos homicidios, revelaron fuentes judiciales.

Servini de Cubría y el fiscal Juan Pedro Zoni concurrieron el último miércoles a la cárcel, a tomarle declaración "in situ" a Lanatta y el interrogatorio se prolongó por más de cinco horas. En una oficina del módulo 3 del penal el presidiario declaró por la causa del triple crimen de General Rodríguez, expediente derivado al fuero federal desde la Justicia de Mercedes.

Lanatta vinculó a Fernández con el tráfico de efedrina, especialmente a México -en términos similares a una declaración anterior y a la entrevista periodística que había concedido desde la cárcel al periodista Jorge Lanata-, aseguró que un personaje sindicado con el apodo de "La Morsa" era efectivamente el funcionario kirchnerista y subrayó su relación a través de Andrés Meiszner, ex director del Registro Nacional de Armas (RENAR) e hijo de un ex presidente del club Quilmes.

El recluso Lanatta cumple condena a perpetua por haber cometido junto a su hermano Cristian,  y la pareja de hermanos Schillachi el crimen de General Rodríguez: en agosto de 2008 los cuatro secuestraron a los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina porque habían tratado de robarles un negocio de envío de efedrina a un cartel mexicano, según determinó la Justicia.

Nada sabe sobre el prófugo


El principal sospechoso de haber dado la orden del crimen es el empresario farmacéutico Ibar Esteban Pérez Corradi, que está prófugo desde 2012 cuando la Justicia ordeno su detención.

Durante toda la causa Lanatta trató de dejar a salvo de las acusaciones a Pérez Corradi y le apuntó a Aníbal “La Morsa” Fernández.

Como testigo, pero sin declarar bajo juramento -por la condena a prisión perpetua que pesa sobre él por esa masacre-, Lanatta insistió en los dichos que había prestado en la causa por el tráfico de la efedrina contra Fernández, en medio de la campaña política del entonces precandidato a gobernador por el Justicialismo.

En tanto, Servini de Cubría le preguntó al condenado si conocía el paradero de Ibar Esteban Pérez Corradi, pero Lanatta aseguró desconocer dónde se encuentra el prófugo y sostuvo que “si tuviera contacto con él le aconsejaría que se entregue”.

Lanatta dice que le facilitaron la fuga y señaló a un jefe del SPB


El condenado Martín Lanatta se escapó el pasado 27 de diciembre del penal de máxima seguridad de General Alvear junto a su hermano Cristian y a Víctor Schillaci y tras dos semanas de permanecer prófugo fue detenido el 9 de enero, mientras que los otros dos fueron recapturados días después en Santa Fe.


En la declaración del miércoles pasado, Martín Lanatta le dijo a la jueza María Servini de Cubría que le facilitaron la evasión. Contó que la fuga fue planeada para desestabilizar al SPB y para que se retracte de la acusación que había hecho sobre el entonces jefe de Gabinete Aníbal Fernández, a quien vinculó con el triple crimen y con el tráfico de efedrina.


El ex prófugo dijo que Jorge Mario Bolo, ex jefe del Complejo Penitenciario Centro, fue quien le indicó cómo y por dónde salir cuando se fugó. También sostuvo que le liberaron la zona con la minimización de la seguridad de la Unidad y que un jefe de la cárcel de Alvear le dio pintura y maderas para que haga las réplicas de armas con las que se fugaron.


Sus dichos tienen verosimilitud con el sumario administrativo que lleva adelante Asuntos Internos del Ministerio de Justicia. De acuerdo a esa investigación la triple fuga tiene varios puntos oscuros: el guardiacárcel que custodiaba a los tres condenados ingresó al sector de sanidad, donde estaban alojados los hermanos Lanatta y Schilacci, solo y con las llaves de las rejas, incluso las de su auto, un Fiat 128. Así fue que una vez reducido, los presos lograron atravesar cinco portones en los que sospechosamente no había custodios.


Luego llegaron a la reja que los dividía del sector extramuro, y allí otro de los guardias fue apuntado con una presunta pistola, y en lugar de correrse y quedar fuera de la línea de fuego, optó por romper la regla de oro de los penitenciarios y les abrió paso a los reclusos.


Tras maniatar con precintos plásticos a los custodios (tres hasta ese momento), se subieron al Fiat 128, que se encontraba en el estacionamiento, y luego de transitar unos 100 metros llegaron al puesto de egreso del penal. Allí, en lugar de haber dos o tres uniformados, solo se hallaba uno, de la religión Testigo de Jehová y reticente a usar armas. A ese joven los delincuentes tomaron de rehén y escaparon de la cárcel.


A unos 200 metros abandonaron al rehén para continuar la huida en una camioneta 4 por 4 color negra, donde los esperaba un cómplice.

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