Una humillación al pueblo
En un gesto de una notable insensibilidad, el Presidente Javier Milei agasajó a los diputados que hicieron posible el veto presidencial a la movilidad jubilatoria.
Luego del golpe que significó el veto a la a la movilidad jubilatoria, y de haber sufrido salvajes represiones de la mano de la ministra Patricia Bullrich, nuestros abuelos tuvieron que ser testigos de un acto de brutal insensibilidad: los festejos de un Gobierno que celebra la motosierra sobre los que menos tienen.
La semana pasada, los legisladores libertarios y un grupo de aliados conformaron un frente de contención en favor del mandatario para respaldar su decisión de rechazar, mediante un decreto de veto, la Ley de Movilidad Jubilatoria sancionada por el Congreso con dos tercios de ambas cámaras.
El jefe de Estado se mostró agradecido por el apoyo proveniente del bloque del PRO y de un grupo de radicales díscolos que habían votado a favor de la ley pero, luego de una persuasiva reunión con Javier Milei, revisaron su posición y se pronunciaron contra su promulgación. Por ese motivo, el Presidente decidió agasajar a los diputados con una cena.
Trasladados en combis desde el Congreso, los diputados llegaron hasta la Olivos para ser parte del ágape. De esta manera, el mandatario recibió a los legisladores que hicieron posible el veto presidencial a la movilidad jubilatoria, recortando recursos en uno de los sectores más vulnerable de la sociedad.
“Siempre es un honor estar cerca del Presidente de la Nación”, manifestó el legislador Lisandro Almirón, y destacó que la reunión es para “acercar posiciones” y trabajar junto a los bloques “dialoguistas”.
Por otra parte, los jubilados volvieron a salir a las calles para repudiar tanto el veto presidencial como el agasajo a los diputados que acompañaron la medida. En la puerta de la residencia presidencial, vecinos del barrio y de distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano protestan con cacerolas y banderas.
“Lo que está pasando en la Quinta de Olivos es una burla, una provocación”, expresó uno de los manifestantes, sosteniendo un cartel que rezaba: “Todos somos jubilados, es cuestión de tiempo”.
De esta manera, el Gobierno no solo dejó a nuestros adultos mayores por debajo de la línea de la pobreza, sino que también los sometió a una burla descarada, agasajándose con lujos inalcanzables para aquellos que, luego de toda una vida de trabajo, no logran llegar a fin de mes.