El silencio del depravado

El único acusado de haber asesinado a una joven estudiante, luego de haberla violado a ella y a una amiga en Punta Lara, se negó a declarar. Continuará detenido

Ariel Osvaldo Báez (23), acusado del brutal femicidio registrado durante la madrugada del sábado en Punta Lara, en el que abusó sexualmente de dos chicas, las torturó y mató a una de ellas, optó ayer por el camino más fácil ante la fiscal de la causa que lo indagó: el silencio. De esta manera, continuará detenido. 

Por su parte, familiares y allegados de María Emma Córdoba, la víctima fatal, que tenía tan solo 26 años y murió producto de un profundo corte en el cuello provocado por una pala (además de sufrir otros golpes, tajos en el abdomen y quemaduras provocadas por un aerosol alimentado después con fuego) se comunicaron con este medio para mostrar su enorme malestar por la falsa información publicada el sábado por algunos medios de comunicación, y además para exigir un pedido de disculpas públicas y, por supuesto, la rectificación. 

“Dijeron que Emma estaba con su amiga y con Báez tomando pastillas y alcohol y que de repente él se enojó e hizo lo que hizo. Aseguraron no solo que se conocían, sino que había entre ellos una relación amorosa. Es una completa mentira. Emma no conocía a su asesino ni se drogaba. Lo que hicieron fue una completa falta de respeto hacia la memoria de una persona muerta”, fueron las palabras vertidas por los familiares de la víctima. 

En aquella errónea versión también se dijo que a Báez lo encontraron “sentado en el cordón de la vereda, borracho”, cuando en realidad fue capturado por el comisario Denis Tocho, de la Jefatura Distrital Ensenada, en su propia casa, a donde se dirigió después del crimen y se acostó junto a su bebé de un mes.

Episodio de terror

Emma cursaba cuarto año de la carrera de Medicina y, de hecho, se había juntado en su domicilio de 126 entre 5 y 7 con su amiga, de iniciales A. G., para preparar una materia. “Se habían conocido en la facultad”, dijo un vocero. Reunidas, fueron atacadas de manera bestial por el imputado, quien esperó agazapado un descuido de las chicas. 

La dueña de casa “fue a entrar a los perros  y a cerrar el portón y la sorprendió este hombre, armado con un revólver”, especificó una fuente. Adentro, obligó a las mujeres a ir hacia la planta alta, donde abusó de ambas. En un intento desesperado, Emma quiso defenderse, pero fue atacada con una pala y, a continuación, maniatada junto a su amiga. Estando indefensas, el depravado “las roció con aerosol y las prendió fuego con un encendedor”, produciéndoles “heridas leves”. Después fue a la planta baja y se apoderó de computadoras, celulares y dinero. Emma logró zafarse y llegar a la escalera, donde fue descubierta por Báez. Allí la asesinó. 

Después quemó la propiedad, para borrar huellas, dejando a A. G.. “La creyó muerta”, determinó un funcionario judicial. La cortina de humo alertó al Comando de Patrullas Ensenada, cuyos jefes, como Walter Sartor, se apersonaron. La sobreviviente logró llegar al patio de la casa y, ante el arribo de los uniformados, gritó: “Auxilio, ayúdenme, que está ahí tirada muerta. La mató y nos violó a las dos”. Poco después, Báez fue atrapado. 

 

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